Víctor Hugo Alvitez Moncada / “Pisadiablo”
DENISSE VEGA FARFÁN
tierna gaviota del alba
Esta novel Poeta aparece en la arena literaria totalmente libre y libre pudo arropar sus versos con inmensa ternura y frágiles alas de gaviota del alba hasta convertirlos en profundo sentimiento de su jovial personalidad. Asistimos con ella al alumbramiento de una nueva voz de la mujer porteña con considerables posibilidades artísticas que junto a Eva Velásquez y Lucy Eustaquio, el presente año dieron a luz sus obras, posesionando sus nombres y desafío en el prolífico mundo del arte poético de la tierra de Lina María Gonzáles de Acevedo y Juan Ojeda; antes y en estos últimos tiempos lo habían hecho Patricia Colchado, Sonia Paredes, Maribel Alonso, Elena Carhuayano y Nilvia Vera, precediendo otra promoción de líridas: Aly Hermosa, Ligia Balarezo, Irene Mejía, Carmen Mimbela o Gloria Díaz Azalde y cuentista Medalith Escalante, continuando el sendero inmaculado aperturado por aquella entusiasta y prístina voz de los ’40 doña Lina María que desde el edén junto a Delina Cam Sánchez harán sonar liras, flautas y castañuelas por el feliz advenimiento y esperanzas del vuelo de nuevas gaviotas surcando el horizonte de la vida y renovada fe. Entre tanto, otras aves –escoltando embarcaciones de bodegas llenas- desde el horizonte se acercan a nuestra bahía con plumas cándidas y translúcidas como Norma Jiménez en narrativa y Silvia Romero en poesía, justo motivo para celebrar, ennoblecer y rememorar.
Denisse Vega Farfán (Trujillo, 14 de setiembre de 1986) desde muy pequeña la suave brisa marina del mar chimbotano arrulló su semblante y agigantó su alma; estudió primaria y secundaria en el Colegio Augusto Salazar Bondy de Nuevo Chimbote; ingresa a la Facultad de Derecho de la Universidad César Vallejo de nuestra ciudad, es aquí donde gana un concurso literario en honor al poeta universal, aquel cholo incomparable de quien seguimos las huellas de sus llanques empolvados, César Abraham.
Nuestra Gaviota del Alba da su primer gran canto y alarido de libertad en el Taller de Artes Plásticas “Palamenco” de aquellos jardines tibios arenosos hoy floridos que recorrieron las plantas de su niñez e inocencia en la Ciudad Universitaria de Bellamar, testiga de sus juegos infantiles “con el viento a la cintura” al lado de gigantes girasoles y apenas tallitos de guarango, tras las faldas de su señora madre doña Ernestina Lidia Farfán Neyra, empleada de aquella Universidad Nacional del Santa y a quien cristaliza en necesaria e indisoluble fuente de iluminación y refugio.
Serán sus inquietudes cual ola de verano dejarla llevar a manos del maestro pintor Amarildo Obeso y allí aparecen sus primeros trazos pictóricos que irán plasmándose junto a la plástica de sus delicados versos y pétalos de geranios abriendo un cauce con verdadero destino de alfarero que pronto verán la luz en la pequeña revista “Palamenco, cinceleros de artes y letras” del que ahora estamos convencidos andamos por caminos rectos, indiscutibles, indesmayables.
Inmediatamente busca el respaldo de su universidad y con dicho apoyo -como tiene que ser- da a luz Euritmia su primer libro de 26 agraciadas inspiraciones, donde el poeta-agrónomo chepenano-cajamarquino Bethoven Medina augura a esta naciente criatura: “En ‘Euritmia’ se expresa la armonía interna de la fina sensibilidad de Denisse Vega Farfán, quien con verso libre y musical, nos sacude al desarrollar asuntos intimistas, demostrando seguridad en la escritura y obsequiándonos el arte de la palabra en movimiento. La autora apunta lejos en la novísima poesía del norte del Perú”.
En esta floreciente primavera anticipada, empocemos redimidos nuestras perlas y alegrías en el perol de su resplandor y estro juvenil contagiante, admirable, perdurable, cabal. Detengámonos en una de sus innatas inspiraciones de su libro citado para pasmarnos de su belleza:
Reminding
(Recordando)
A la casa verde
de La Mar # 627
Mañana me iré
donde la arena se desviste
de tumbos salados
y el cielo ofrece su rostro
de acero y algodón
a dialogar con mis nostalgias
de mi infancia hasta los siete en La Mar
cosechando sonrisas
en la parcela guinda del patio
con Rubén
la comida de la abuela
y el retorno de mamá
en el respiro incesante
del beso en sus mejillas
de adobe y clavel
Mañana me iré
con rocío de abril en los ojos
con madera tosca en el pecho
sin verbo en la boca
Mañana me iré
y no habrá dama negra
expulsándome del tablero
ni viernes arrastrándome
a borrar mis huellas de Mansiche
jugando al trompo
con el vestido sucio
y mi cabello amarrado
por el viento a la cintura.
“Puerto de Oro”, día natal de la tierna gaviota del alba, 2005.
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