Thursday, June 29, 2006

ALEXANDER von HUMBOLDT

Víctor Hugo Alvitez Moncada / Pisadiablo

ALEXANDER von HUMBOLDT

Doscientos años de su visita a Chimbote (*)

Alexander von Humboldt. Naturalista y explorador alemán reconocido por sus valiosas contribuciones al estudio de la geofísica, meteorología y oceanografía, pasó por Chimbote y toda la costa ancashina -rumbo a Lima- el día 12 de octubre de 1802, quedando vislumbrado con la belleza de nuestro Puerto. De ese acontecimiento hace exactamente doscientos años, dos siglos de silencio y que hoy rememoramos la egregia figura del visionario y científico alemán; aunque a la fecha, tan insigne personaje para nuestra historia y cultura siga desconociéndose su vida y obra a favor del Perú y Latinoamérica, especialmente. Gracias a estudios realizados por dos grandes hombres, científicos identificados con Alexander von Humboldt: Estuardo Núñez y Georg Petersen, este último fallecido en 1985, quienes publicaron primero el libro: El Perúen la obra de Alexander von Humboldt a finales de la década 60, el mismo que ha merecido el presente año una lujosa reedición ampliada con el título Alexander von Humboldt en el Perú. Diario de viaje y otros escritos el que acrisolamos en nuestras manos, publicado para celebrar los 200 años del naturalista en el Perú, gracias al Fondo Editorial del Banco Central de Reserva del Perú, Goethe Institut Inter. Nationes-Lima y Embajada de la República Federal de Alemania, creo necesario difundir su obra para conocimiento de todos y especialmente de la niñez y juventud chimbotana y peruana, ejemplo de admiración imperecedera a continuar, con la absolución y antelada anuencia de sus grandes autores y editores.

Alexander von Humboldt, nació en Berlín el 15 de septiembre de 1769; estudió con varios profesores particulares y en varias universidades, así como en la Academia de Minería de Freiberg. Aunque es conocido como naturalista, diplomático, astrónomo, mineralogista y anatomista, su fama se debe también a sus expediciones por buena parte de Latinoamérica. En 1799 salió de España, y tras una breve escala en las islas Canarias, desembarcó finalmente en Cumaná (Venezuela). Humboldt exploró todo el río Orinoco y la mayor parte del río Amazonas. Viajó también por Cuba, la cuenca del río Magdalena, en Colombia, y las montañas de los Andes del Ecuador, donde ascendió al volcán Chimborazo, a una altitud de más de 5.800 m. Estudió las corrientes del océano, las temperaturas relativas según la altitud y la intensidad magnética con relación al ecuador, así como los minerales, vegetales y la vida animal de la zona. Asimismo, se relacionó con naturalistas de los distintos países que visitó, a quienes apoyó en sus investigaciones.

Humboldt anduvo el Perú entre el 1 de agosto y 25 de diciembre de 1802, en corto período de 146 días, recorriendo en ese lapso aproximadamente 1 200 Kms., acompañado de sus colaboradores, el botánico francés Aimé Bompland y un amigo de Quito, joven Carlos Montufar. De Loja, a lomo de mula ingresó por Lucarque y Ayabaca continuando a Chulucanas, Huancabamba y San Felipe. Era propósito del científico acercarse a Jaén y luego al Marañón a la altura de Tomependa, situada en la confluencia con el Chinchipe, donde permaneció una semana. Inició el regreso hacia la zona andina por Cajamarca descendiendo luego hacia la vertiente occidental por Magdalena y Contumazá. Desde lo alto de Huangamarca tuvo Humboldt, a 100 Kms. de distancia, la primera y espléndida visión del “Mar del Sur”, que todavía no había tenido ante sus ojos, no obstante haber atravesado los actuales territorios de Colombia y Ecuador. Continuó por el valle de Chicama, Cascas y Chala, alcanzando Trujillo el 23 de septiembre, donde tuvo la oportunidad de visitar sitios extraordinarios y pueblos cercanos con prósperos cultivos. A través de interminables arenales, transportado por literas, montadas sobre mulas, usual de la época, continuó su ruta rumbo a Lima, el 7 de octubre.

“En todo el camino de Trujillo a Santa y de allí a Chimbote a Casma, hemos visto monumentos de la gran civilización en la cual vivían los súbditos del rey Chimún-Cauchu. Eran tan sabios en la conducción de las aguas, tan industriosos en la agricultura como los súbditos de los Incas. Los vestigios de los acueductos de 5 ó 6 leguas de largo, colocadas sobre masas de murallas de 5 ó 6 pies de alto, fortificados por un dique de tierra que reúne las aguas de la cordillera y las lleva hasta el borde del mar, son tan comunes sobre esta costa (hoy día desértica) del Perú, que yo no los cito más para ni caer en repeticiones. Hoy día se recorren 10, a menudo 16 a 20 leguas sin encontrar una sola casa o un alma que habite estas tierras; los acueductos de los antiguos peruanos atestiguan que en los siglos 15 y 16, por lo menos antes de la masacre realizada por los Incas en el valle de Santa, se encontraban pueblos de indios cada dos leguas por lo menos. ¡Y, sin embargo hay personas aquí que niegan que el antiguo Perú pudo tener 7 u 8 millones de habitantes! La costa arenosa no tiene hoy 4 ó 5 personas por legua cuadrada y los vestigios de la agricultura antigua revelan que antes hubo 7 ú 8 veces más gente.

A 1½ leguas al sur de Santa se encuentra el famoso puerto de Chimbote que Malaspina suele calificar como Puerto del Ferrol, es el puerto más bello que existe desde el Cabo de Hornos a Guayaquil, un puerto parecido al de Tolón (Francia) y que puede recibir todas las escuadras del universo. Tiene 3 leguas de largo por ½ de ancho. Es una ensenada cerrada por lenguas de tierra que avanzan hacia el mar e islotes rocosos que por su dirección prueban que antiguamente formaban parte de esas lenguas. El puerto tiene dos grandes entradas a 18 brazas. El fondo es de 7 ú 8 brazas. Lo que asegura todavía más este puerto, sobre todo si se quiere fortificarlo, es que el intersticio que queda entre la mayor parte de las islas es de bajos fondos por los cuales ninguna embarcación puede pasar. Al sudeste las islas se unen por medio de bancos de arena que la bajamar descubre. Este puerto, lamentablemente carente de agua y habitado hoy en día por algunos pescadores, atrajo la atención de Chimún por lo agradable del sitio y la abundancia de loa pesca en el golfo. Se había construido un acueducto desde la cordillera a más de 5 leguas, acueducto que sigue todas las faldas de las montañas, desmontadas para este caso.(...)

Se reconoce, aún hoy en día, que el agua filtraba a través de las piedras y el limo se depositaba sobre la arena granítica. Al sur del miserable pueblo de Huambacho (donde los indios celebran la fiesta de San Francisco y nos divirtieron toda la noche al son de las campanas y tambores), se observa también un inmenso acueducto (amurallado) y las piedras dispuestas para recibir el limo. Los Incas hicieron lo que hacen todos los conquistadores: ellos arruinan para conquistar sobre provincias despobladas. Ellos no solamente mataron y se llevaron a los habitantes del Chimún, sino también (indudablemente para vejarlos por la sed y el hambre, pues sin agua las plantas perecían) destruyeron los acueductos, comenzados a gran altitud. La tradición señala que el Inca, después de haber conquistado el país, pensó repoblarlo y envió ingenieros para establecer nuevos acueductos mucho mejores que los antiguos. La conquista de los españoles frustró este proyecto...”

Humboldt, continuó su periplo y tareas científicas llegando el día 13 de octubre a Casma, luego al Tambo de Culebras el día 16 venciendo 53 kilómetros al sur, para pronto llegar a Huarmey y observar en ese lugar la inclinación magnética del sol el día 17. En Chimbote tuvo noticias por primera vez del “guano” de las islas, experiencias que han de repetirse en Huaura y el Callao. El día 20 se detiene en las salinas de Huacho, al día siguiente pasa por Chancay, ingresando a Lima por la portada de Guía el 23 de octubre por la noche. Allí permaneció por espacio de dos meses cumpliendo infatigable actividad, zarpando del Callao la tarde del día 24 de diciembre, rumbo a Guayaquil.

Su obra fundamental referente a nuestro país es valiosa y cuantiosa, por la determinación científica de lugares geográficos, sus observaciones geológicas y volcánicas, su contribución a la fauna y flora peruana, estudios oceanográficos proyectados a la navegación y explotación de recursos pesqueros, valor del guano en las islas del litoral del sur; además de sus observaciones y consejos para una mejor administración política y económica de regiones de América meridional en abandono por la administración española, entre otras.

Antonio Raimondi, ilustre científico italiano, ha de referirse a la obra de Humboldt, en los siguientes términos: “Lo que admira en Humboldt no son sus observaciones, sino aquellas vastas miradas en conjunto, aquellas rectas deducciones sacadas de las observaciones; en fin, aquel grande espíritu de generalización que constituye la verdadera ciencia. A pesar de haber visto solamente la capital del Perú y las altas planicies entre Cajamarca y el Marañón nos ha trazado, valiéndose de datos suministrados por otros observadores, el más bello y exacto cuadro sobre la disposición general de la colosal cadena de los Andes Peruanos(...) Más, lo que hizo dar pasos gigantescos a las Ciencias Naturales, fue la enorme cantidad de materiales que recogió Humboldt en cada una de sus largas peregrinaciones. El rico herbario de Humboldt, Bompland y Kunt contiene 4 600 especies de plantas, de las que más de 3 000 eran desconocidas...”

Goethe, su gran amigo y admirador, ha de decir: “América fue en Humboldt verdad y poesía, el asiento de la esperanza de la humanidad”.

Alexander von Humboldt, escribió a un amigo “que tenía planificado caminar desde California a la Patagonia -que placer- recogeré plantas y animales, voy a analizar el calor y la electricidad y el contenido eléctrico y magnético de la atmósfera... voy a medir las montañas, pero MI PROPÓSITO VERDADERO ES INVESTIGAR LA INTERACCIÓN DE TODAS LAS FUERZAR DE LA NATURALEZA”

Pasó el último período de sus cinco años de expediciones en Latinoamérica en México. Sus observaciones y descubrimientos en esta expedición los expuso en Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente (34 volúmenes, a partir de 1807). También escribió Ensayo político sobre el reino de la Nueva España (1811). Durante todos estos años de estancia en América, Humboldt entró en contacto con los naturalistas de los países que visitó y apoyó decididamente al movimiento independentista latinoamericano. En 1804 volvió a Europa y fue en la ciudad de París donde conoció a los científicos, artistas y políticos más selectos de su época. Humboldt se reunió en diversas ocasiones con el Libertador Simón Bolívar, con quien compartió las opiniones sobre la emancipación de las colonias americanas de la Corona española. En 1829 realizó un viaje de exploración científica a través de los Urales y de las montañas Altái, en Rusia. Durante los últimos años de su larga vida, Humboldt escribió una obra en cinco tomos, Kosmos (El cosmos, 1845-1862), en la que expone no solamente su amplio conocimiento sino también la mayor parte del conocimiento geográfico y geológico de su época. Kosmos se ha considerado el primer libro de texto de los geofísicos. Humboldt murió en Berlín el 6 de mayo de 1859, siendo inhumado el día 11 en la tumba familiar del parque de Tegel, cerca de Berlín

A doscientos años de su visita al Perú, debemos recordar con pleitesía la inmensa obra de tan eminente figura ampliamente admirada del siglo XIX, agigantándose en el tiempo como verdadero ejemplo a las futuras generaciones. Su apellido se ha inmortalizado en 14 ciudades de EE.UU. y una en Canadá; montañas en la Antártida, Norte y Sudamérica, Australia, Nueva Zelandia y Nueva Celedonia, una corriente oceánica en nuestras costas del Perú; una bahía, un condado, una universidad, un bosque de árboles en California, riachuelos, parques, calles y avenidas e inclusive un mar de la luna. Felizmente Chimbote no olvidó de bautizar con su nombre a un Centro Educativo ubicado en el P.J. Miraflores Bajo, correspondiéndoles el deber a sus maestros y estudiantes irradiar la llama encendida y luminosa de su memoria y trayectoria

Este trascendental acontecimiento, nuestro Puerto y pueblos de la costa ancashina visitados por el científico, debimos celebrar ampliamente, sin embargo la fecha ha pasado desapercibida, nuestra preocupación la advertimos en la Revista de Cultura “Bellamar” edición Nº 13 , junio de 1996. El presente año contagiamos la idea a estudiantes universitarios, estudiosos, maestros, etc. para recorrer la travesía Humboldt entre Santa y Huarmey el día 12 de octubre recordando dichos parajes y difundiendo la importancia de su obra para nuestros pueblos, sin embargo el olvido a continuado, creyendo fervientemente que cuando conozcamos verdaderamente esta inmensa labor cumplida, nos reivindicaremos y tendremos la ocasión de leer y conocer el verdadero valor de la eminencia científica. Mientras tanto el suscrito, solo, pendiente del compromiso y aprovechando el día 23 de septiembre –descanso especial para él- llenó su alforja de libros, revistas y una cámara fotográfica, enrumbó a Casma, La Gramita, Puerto Culebras y Huarmey, comunicando en municipalidades, colegios y amigos personales la inmensa deuda e indiferencia ante el sabio explorador y viajero infatigable..

BIBLIOGRAFÍA

  1. BELLAMAR. Revista de Cultura. Año VII, Nº 13. Chimbote, junio 1996. Director: Ernesto Cedrón León.

2 Enciclopedia ENCARTA 2002

3 NÚÑEZ, Estuardo y Georg PETERSEN G. “El Perú en la obra de Alejandro de Humboldt”. Librería Studium, Lima, s/a. 261 pp.

4 NÚÑEZ, Estuardo y Georg PETERSEN. “Alexander von Humboldt en el Perú. Diario de viaje y otros escritos” Banco Central de Reserva del Perú Fondo Editorial. Lima. 2002. 311 pp. Ilus.

5 RAÍCES. Boletín Cultural Nor-Peruano. Año II, Nº 9, Lima, abril 2002. Director: Jaime G. Ponce.

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(*) Publicado en:

1. Folleto por el autor. Chimbote, 2002, 8 pp.

2. ASTERISCO. Revista Cuatrimestral de Actualidad y Cultura. Tercer Milenio – Siglo XXI. Segunda Época. Huarás. Director: Francisco Gonzáles. Año XVII, noviembre 2002, N° 13.

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