Víctor Hugo Alvitez Moncada / “Pisadiablo”
CIRIACO MONCADA:
homenaje a un lúcido y sabio orate
En cada hombre, en cada paso, en cada tiempo, Chimbote halla en el rostro del pasado, imagen contemporánea y en la suave brisa marina su verdadera tradición, su verdadera grandeza, memoria colectiva que es deber acopiar y prodigar a generaciones presentes y futuras en aras de vigorizar y salvaguardar su identidad cultural como un desafío a la globalización. Nuestro pueblo echa raíces en tiempos inmemoriales y progresivamente va despejando la bruma esclareciendo generosamente su patrimonio material e inmaterial.
Al leer un interesante artículo en La Industria de Chimbote “Reivindicación de Ciriaco Moncada” de Germán Torres Cobián, vuelve a remecer las fibras más sensibles del alma al recordar a quien fuera para muchos un orate y para otros un sabio. Alguna vez en una tertulia amical al respecto alguien preguntó quién era el verdadero orate, Moncada o nosotros, desde entonces en mi ser la reflexión está latente.
Moncada con la peculiaridad de su lenguaje, estilo y forma de vida, logra alzarse como un personaje indiscutible en una ciudad-puerto que de la noche a la mañana desespereza, despierta, camina y se ve invadida, creciendo vertiginosamente y todo basado en el desarrollo industrial pesquero y siderúrgico, atrayendo la atención no solamente de parroquianos curiosos que acuden a escuchar sus prédicas sociales y políticas o reír a carcajadas de sabias predicciones e incoherencias, sino a estudiosos de la talla de José María Arguedas, inmortalizándolo en su obra póstuma e inconclusa El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971). “Eso que me digan loco no me interesa. Yo mismo me puse ¿recuerdan? dos letreros, uno adelante y otro atrás, que decía; loco, sonso, borracho. Hay Virgen de la Puerta, hay gallinazos, hay Moncada…”
En el parnaso literario porteño existen algunas contribuciones literarias nacidas en Chimbote que aluden la vida recóndita de Ciriaco Moncada, así como abundantes artículos en revistas y periódicos. Es meritorio anotar y claro está seguir interesando a otros investigadores, estudiosos, literatos y artistas plasmar en sus obras nuestro inagotable talento de la popularidad y tradición porteña, más aun de personas que tuvieron la oportunidad de conocer, escuchar y seguir cercanamente las andanzas del hombre a veces penitente cargado de una pesada cruz, o hablando desde un inmenso auricular telefónico directamente a palacio de gobierno para recomendar y aconsejar a gobernantes qué deberían hacer a favor de los desposeídos o de aquellos “zorros de abajo” como él.
Allí estarán como ejemplo algunas frescas páginas rubricadas con una muy breve caricia del alma de Ciriaco Moncada recordándonos su eternidad:
NOSOTROS Y EL MAR poemas pesqueros para gente brava, pero sentimental libro de poesía aparecido al finalizar la década ‘60 de José Rivero Donaire, ingeniero sanitario y escritor limeño, autor de la novela “Socotroco” quien trabajó junto a Luis Banchero Rossi en pleno boom pesquero y que Río Santa Editores del conocido sociólogo-poeta Jaime Guzmán Aranda acaba de reeditar. Uno de sus poemas titulado El voto, dice: El loco Moncada ofrece en gran forma,/que lo nombren/Director de la Reforma/regará el desierto con arena,/meterá el océano en un puñete/dará de comer huevos a las gallinas/y cruzará vacas con palomas/para que la leche venga volando/por los aires/hasta la mamadera de los comechados/… Loco Moncada, loco Moncada,/no te diferencias en nada/a muchos candidatos de la bancada,/son tan ilusos como tú,/como todos al final,/que creemos que podemos conseguir todo/a cambio de nuestro voto electoral…
En el libro Ciriaco el último profeta del inquieto joven escritor Julio Rodríguez Arellano (Huarmey, 1957 – Chimbote, 1986) desaparecido tempranamente, sabemos por ejemplo que el apellido materno de Moncada fue Martínez. La breve novela de doce capítulos prologada nada menos por nuestro célebre Óscar Colchado Lucio y aparecida en 1987, continuando la indagación de sus discursos y peroratas, hallamos en la página 21, el siguiente: “¡Loco le dijeron a Cristo y luego lo adoraron!...¡Loco le dijeron a Colón y hoy lo homenajeamos!... ¡Sí!... ¡Somos locos!... ¡Soy loco porque tengo la mente clara en un mundo lleno de transtornados!... ¡Soy loco porque vengo con una cruz, pobre, sucio y con un mensaje divino; seguro que no lo fuera si estuviera elegante y engalonado, si fuera gringo o de ojos azules!... ¡Pobre pueblo de Dios, nunca sufrirás si no cambias, si sigues ignorando los mensajes y designios de tu padre!
Brumas sobre el puerto (1990), primer libro de cuentos del escritor Julio Orbegoso Ríos, colección de doce cuentos surge uno con el título “La pesadilla de Moncada” e inicia: “El otro día –relató Moncada- soñé que como antes los niños jugábamos fútbol en las playas de la bahía. Los varones retozaban alegres cabreando la pelota y las niñas como peces corrían a zambullirse en las límpidas aguas… Pronto miré en mi pesadilla que las olas del mar después de haber sido transparentes, azules y traviesas, lentamente se iban convirtiendo en aguas negras, pestilentes, purulentas y cansadas…”
Otro libro que alude la vida de Moncada es El último galán de la noche del escritor Marco Merry Salazar Jácome en el relato titulado “El loco Moncada y el octavo día de la creación” premonitoriamente dice: “Y los millonarios cada vez más hambrientos de riqueza y de poder, en nombre del progreso destruyen la naturaleza que Dios dispuso como la morada del hombre, y están matando a los animales y destruyendo los bosques. Y vendrá el día en que ya no habrá alimentos por la contaminación del mar y de la tierra. Ya no tenemos agua limpia porque las industrias y los relaves mineros ensucian los ríos y las aguas subterráneas. Y todos nosotros, sin tener en cuenta esto, seguimos usando sin control pesticidas y combustibles, que ya han perforado en varias partes el cielo, que los entendidos llaman capa de ozono”.
El citado Germán Torres Cobián, plantea la necesidad de reivindicar a Ciriaco Moncada (1924-1994), hombre de carne y hueso a través de un monumento en el Bulevar de Chimbote; creo necesario, justo y oportuno, vive en la recordación del pueblo. Nuestra igual preocupación nos llevó a indagar dónde vivió el personaje en el tradicional Barrio El Acero, dónde fue su casa o mejor dicho su “rancho” de esteras y palos, en el mismo lugar hallamos un parque pequeño y desolado construido con muy buena fe por el ex alcalde Guzmán Aguirre Altamirano y bautizado con el nombre de su señora. Sin embargo, serán los propios vecinos quienes retiraron la placa recordatoria en clara demostración y desacuerdo con dicha denominación, claro tampoco tenían en mente colocar el nombre de su antiguo y conocido inquilino.
En sucesivas visitas realizadas al lugar con el escritor Ricardo Ayllón de paso al taller del amigo pintor Amarildo Obeso, siempre nos llamó la atención y curiosidad sentarnos a conversar con él y añejos vecinos de El Acero a propósito de la preocupación de Amarildo quien manifestaba su inconformidad por el olvido de su famoso vecino, y cuando propusimos que ese parque debería llamarse “Ciriaco Moncada” todos muestran su total acuerdo y dicen es cierto señalando el rincón donde muchos años vivió aquel incorregible “Loco”, o el “Negro”, al final, el amigo de la vecindad que un día como pelícano apareció a predicar la riqueza de nuestro puerto, amenaza y muerte del medio ambiente, volando de nuestras playas dejando su recuerdo y advertencia en cordeles y anzuelos, amplias sonrisas, pasos ligeros y hamacas balanceándose del tiempo y la vida.
Sobre el pedestal vacío que en ese parque existe queremos volver a ver su imagen delgada, frágil ataviada de utensilios pesqueros -otro Ingenioso Quijote- de ojos vivaces, largos brazos e inmensa sonrisa –cual red extendida llena de fortuna espiritual- amenazando llegar al mar de los sueños y esperanzas, cual nuevo espacio turístico, donde acudirán niños de todos los sectores y condiciones a enriquecer su alma y nosotros los viejos a enaltecer la sabiduría de aquel mortal/inmortal lúcido y sabio orate que jamás podrá desaparecer del tiempo y pasar al olvido.
“Puerto de Oro”, 30 de agosto de 2005
Nota.- el apellido Moncada del homenajeado con relación a la del autor de la nota, son simples coincidencias. Valga la aclaración.
Publicado en el Diario La Industria de Chimbote.
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