Sunday, March 20, 2016

EL GUERRERO PAYACQUES Y EL VIEJO ÑIULÁN. (Leyenda) / Víctor Hugo Alvítez Moncada



Víctor Hugo Alvítez Moncada


EL GUERRERO PAYACQUES
Y EL VIEJO ÑIULÁN

(Leyenda)


III Encuentro de Escritores y Artistas Sanmiguelinos
“OCTAVIO LINGÁN CELIS –
CÉSAR ARMANDO ROMERO TEJADA”
San Miguel, 16, 17, 18 y 19 de Julio. 2015


Colección: SAN MIGUEL
Primera edición: Julio 2 015
1000 Ejemplares


N° 1        “El Apolo XII en San Miguel”. 2 013
N° 2        “¡Si San Miguel es Provincia…, Llapa será República!”. 2014
N° 3        El guerrero Payacques y el viejo Ñiulán”. Leyenda. 2015
 Víctor Hugo Alvitez Moncada


©            Víctor Hugo Alvítez Moncada

©            Pis@diablo Ediciones
               
                Jr. Demetrio Quiroz-Malca N° 489. San Miguel – Cajamarca
pisadiablo100@hotmail.com

Jr. Constitución N° 101 – El Progreso. Chimbote –Ancash – Perú. Cel: 943 076316     #943 076316


Diseño de carátula e interiores: “Torelo”.
                                     
               
Hecho en Perú / Printed in Perú

 

A la memoria de mi hermano:
OSCAR AGUSTÍN ALVÍTEZ MONCADA



A mis amigos:
Ana María Quiroz Rojas y
Carlos Hernán QuIroz Serrano,
Porque nuestros sueños intactos de infancia
anidan altos eucaliptos de aquella
quebrada escondida Cuchumayo,
rodar de ovillos de colores en La Cantora
y sempiterno gotear del Uliques.


EL GUERRERO PAYACQUES
Y EL VIEJO ÑIULÁN

(Leyenda)

Historias añejas perdidas en el lienzo del tiempo aseguran que PAYACQUES fue un valiente guerrero, hijo del Río Payac, nacido en sus tormentosas aguas un año en el que el despiadado invierno llenó su profundo cauce irrumpiendo en sementeras y sembrados arrasando árboles de raíz, animales, lodo y todo lo que halló a su paso. Cuentan que en su recorrido, las aguas, piedras, chungos y remanentes, estallaban como truenos por donde se deslizaban hasta alcanzar el mar, asustando habitantes quienes imploraban cese su furia y sosiegue su ira. Todo el cielo y su territorio permaneció nublado y con lluvias imparables durante varios días y noches.

Los terrenos quedaron totalmente inundados y maltrechos no habiendo lugar donde PAYACQUES siga cultivando y cosechando para su sobrevivencia. Hecho que lo animó a tomar distancia de su padre Payac y a emprender su propio destino, tomando así la decisión de enrumbar otros caminos hasta encontrar tierras fértiles donde pueda asentarse, fundar y liderar nuevos señoríos y formar su prole.

Caminos tortuosos apresuraban el nuevo destino del fornido y joven  guerrero. Las lluvias no cesaban y relámpagos caían junto a sus fuertes ojotas. Indomable, presuroso, alentado de trecho en trecho por canto de avecillas silvestres y suave rumor de riachuelos y quebradas, adelantaba PAYACQUES decidido enfrentar la vida con tesón y modestia, demostrando a posibles adversarios su habilidad en la agricultura, caza y pesca. A su paso, árboles cargados alcanzaban sus frutos al convencido aventurero: berenjenas, capulí, lanches, moras, pushgais, mote mote, viros, cansabocas, pai pai, poro poro y shawindos; y desde orillas de charcos y cercos iluminaban su vista flores silvestres de mil colores, aromas y encantos presagiando expectante esplendor, lejos, muy lejos del dominio de su progenitor.

Luego de varios días de andanza, PAYACQUES divisó a gran distancia un hombre recio, alto de cuerpo, sentado a la vera del camino cubierto de poncho hasta las orejas, sombrero grande envejecido y remojado por fuertes tormentas; melancólico, taciturno,  chacchando coca con carrillos abultados por el bolo. Al verlo inofensivo, sin temor alguno, saludó muy reverente estrechando su diestra y presentándose como el guerrero PAYACQUES, hijo del vecino PAYAC; a lo que el fornido hombre irguióse de pie, tiró fuerte el pocho sobre su hombro izquierdo, levantó sombrero a la pedrada y fijando bien la vista de ojos azules, agrietando más el rostro, despejando larga y cana barba; respondió con firmeza apretando la mano del iluso e incógnito visitante:

-       ¡Bienvenido joven, buen hombre y altivo guerrero PAYACQUES!, ahora sé de tus orígenes, nobleza y hazañas, de tu blando corazón y coraje. Soy el viejo y solitario ÑIULÁN. postrado aquí por muchos siglos, cuidando mis sementeras, tesoros y riquezas y a punto de doblar el espinazo y entregar los huesos a la Pachamama. Aquí resistiendo avatares e inclemencias del tiempo y la vida, aguardando tal vez un día -como hoy- germine de la tierra un hombre valiente, enérgico como vos para poblar este paraíso y bello solar que mis mayores me legaron a su paso. Yo…, siendo tan viejo, siempre anhelé incrementar con mi sangre la comarca que este momento ofrendo a tus pies, y en mérito a tu nombre y dignidad, a partir de hoy, serás el nuevo dueño y cacique; y desde ahora se denominará PAYACQUES, porque estoy seguro podrás defenderlo hasta con tu propia sangre, designación que ordenaré a mis entonces sucesores: el Viento, el Trueno, el Rayo, recorran los ríos, lagos y quebradas,  infinitos caminos y todos los confines de este universo, nombrándolo así: ¡PAYACQUES! Al final, hijo guerrero: tu nombre, mi nombre; nuestra raza, imbatibles; aquí, asentados por siempre.

-       Gracias Tayta Ñiulán, te prometo ante nuestros poderosos apus, ser tu apasionado descendiente y adepto; juntos haremos florecer esta incomparable comarca, produciendo la tierra y poblando con  nuestra estirpe laboriosa, honesta e imperecedera. Elegiré una hermosa mujer que me acompañará y procrearemos nuestros hijos; tus nobles nietos y soldados que asegurarán tu  descendencia y grandeza de tan majestuoso y próspero territorio.

***

-       Dime…, Tayta Ñiulán…, hazme saber…, con urgencia: ¿Quién es aquella mujer tendida al frente, vestida de verde, dormida dulcemente y a quién tan atento miras?, ¿tú la postraste allí, por siempre?

 

-       ¡Sí hijo…, Payacques!... Ella es mi ensueño e idolatrada doncella nombrada LA BANDA, ella cuidó y vivió conmigo muchos siglos, prodigándome humana descendencia… Duerme eternamente resguardada de apacible naturaleza e inmensidad azul de este lar. Con ella existimos aquí toda una larga vida,  defendiendo y cosechando ingentes dispensas; enseñando a nuestra especie a labrar la tierra, sembrar y cosechar con amor; a interpretar en constelaciones la bondad del tiempo. Ella,  hacendosa sin igual, primera laborera de tejidos textiles, orfebre; ilustró a nuestras hijas –a quienes pronto conocerás- a hilar, tejer, criar animales, hacer collares, cestos, ollas de barro. Madre de mis sueños y herederos, hoy dignos representantes de esta incomparable región. Mira en su cabecera: SAYAMUD, prodigándonos sombreros finos de palma y sus mujeres compañeras: ponchos, polleras o fondos, cubrecamas, alforjas, fajas, manteles y chales de alto acabado y encumbrado estilo artístico, inconfundibles. Al lado sus hermanos: ZARAGOZA y NUNDÉN ávidos en potajes y sembríos; a sus pies, la shulca JANGALÁ o última princesa encargada de proteger tinajas de oro, puquios y atalaya Cerro Blanco. Más arriba, Illapas apu del Trueno y el Relámpago, valiente defensor del terruño custodiando aquella vieja fortaleza del Castillo de Cochán, repleta de tesoros y al degollado Apullayqui jefe de nuestros adversarios que algún lejano día pretendió invadir esta zona de audaces PAYACQUES, quedando petrificado para siempre mirando el cielo, pidiendo piedad.

Desde el otro lado, nos avistan el colosal CERRO NEGRO, otro de mis aguerridos hijos, protector del agua, minerales, flora y fauna del reino Payacques. EL CAMPANORCO mirando con sus ojos -cual ventanas- vigilando nuestras reliquias guardadas en profundas aguas de su linda sucesora SANTA ROSA –cual flor reluciente de su pelo- convertida en pacífica laguna; hermosa y tierna nieta de aguas turquesa transparentes donde todas las mañanas llega el Tayta Sol a mirarse y acomodar su cabellera dorada quedando prendado de tan piadosa y dulce criatura terrenal celosamente amparada por su temido padre, ningún vecino emprenda aproximar a indagar sus misterios. De aquí concedí una preciada campana del más fino metal al pueblo convertido en capital del reino Payacques, instalándola en lo alto de su templo desde donde a cada instante me recuerda el transcurrir del tiempo y certeza de seguir viviendo con mi cuantiosa descendencia; por eso, a las doce del mediodía, un patito de igual ambicionado metal, sale a dar una vuelta por la laguna y desplegar sus alas doce veces en señal de vida, desapareciendo luego entre olas desde el centro mismo de las aguas. Algunos colindantes envidiosos intentaron robar la sonora campana con pretextos y llevarla a sus aldeas, no permitiéndolo nunca y en castigo fueron enterrados en lo insondable de la cocha desde donde con fuertes llantos lamentan todas las noches su osadía sin haber alguien que se atreva a rescatar sus ánimas.

***

PAYACQUES, feliz y agradecido por nobles acciones del añejo ÑIULÁN, lo veneraba y admiraba cual verdadero padre. Con sus sabias lecciones inició rozando montes para abrir nuevas chacras, acequias y caminos; reverdeciendo la fértil extensión, logrando admirables cosechas con su estrepitosa fuerza y grandioso entusiasmo. Las fuerzas hacían falta para él y el otrora recio ÑIULÁN atrayendo desde otras comarcas más hombres para trabajar y en especial mujeres para engendrar y asegurar su coexistencia. El anciano propone a tan empeñoso retoño visite estancias de toda su jurisdicción de los hoy florecientes distritos de Niepos, Llapa, San Gregorio, La Florida, Nanchoc, Calquis, San Silvestre de Cochán, Bolívar, Unión Agua Blanca, El Prado, Catilluc y Tongod desde donde llegaron mujeres hermosas y esforzados hombres quienes  progresivamente fueron juntándose, aumentando familias, construyendo  viviendas y recintos sagrados;  labrando la tierra con insistencia hasta convertirla en poderosa comarca, respetada y admirada por todos sus linderos como es ahora nuestra actual provincia.

Viendo ÑIULÁN florecer su propiedad como deseaba, en buenas y mejores manos, el antiquísimo y entusiasta benefactor, una noche, tendió su poncho para que en sus faldas PAYACQUES se eternice y engrandezca en el tiempo, congregó a amplia descendencia recomendando seguir esforzándose bajo órdenes del nuevo sucesor y tras larga conversa su voz fue apagándose suavemente hasta que suspiró profundamente, feneciendo en el acto el gran señor, iluminando ese momento el cielo de estrellas y luceros y desde esa fecha aciaga, en última muestra y señal de poderío y grandeza, reverberaron y vigorizaron campos donde hasta hoy pervivimos agradecidos de su inmenso ejemplo, nobleza y altruismo, valor y bondad que emulamos perennemente.

Por otro lado, su contemporáneo y bullanguero PAYAC, entristecido, desfalleciente, sin descendencia, sin fuerzas y abandonado a su suerte; sin noticia de su único heredero y menos conocer sus proezas y felices aventuras de PAYACQUES quien huyó por su maldad sin retorno; agonizaba lentamente en lecho moribundo de su otrora enloquecido andar y potestad, hasta verse envuelto en las profundidades de un gigante remolino de lodo, como él antes lanzaba, oscureciendo el día y desapareciendo para siempre.

***

Cierto día, en nuestro reino aparecieron unos desconocidos barbudos facinerosos, montados a caballo, desorientados y armados, indagando el camino a Cassamarca, dizqué. Comunicado del hecho, PAYACQUES con un grupo de hombres adiestrados salió al encuentro de los invasores, quienes asustados solamente atinaron a decir que estaban de pasada y descansando en tan bello paraje, sin delatar en absoluto avanzada tras avarienta captura y posterior muerte de Tayta Atahualpa, sabiendo tal vez que aquí iban a depositar sus huesos y falsas ilusiones. Rindiéndonos honores, halagos y venias; apostados pensativos veinte días rogando a su patrono Arcángel San Miguel, el que nos heredaron, haciéndolo nuestro; rogándole proteja en tal vil aventura. Estos forajidos, sorprendidos, al tratar con un nativo y consultar que hacía cuando escogía o seleccionaba semillas;  respondió estar pallaqueando, designando así al territorio desde entonces como SAN MIGUEL DE PAYACQUES, en respeto al valiente guerrero y laboriosidad de su gente; fugando despavoridos de esta quebrada del Poclux por el viejo camino de San Pablo, atarantándonos con disparos, causando desastres en sembríos, queriendo estropear nuestra raza, nuestra sangre, nuestra heredad y dignidad.

Cuando desde la fila los divisábamos, solamente quedaba alta nube de polvareda por  su desesperado y alocado huir.



Sobre la leyenda Payacques (Pallaques) el buscador:

Empecemos por señalar que el concepto Leyenda viene de la palabra latina ‘legenda’ que significa ‘lo que debe ser leído’ y esta sería mi sugerencia.  
    
Víctor Hugo Alvitez autor de la leyenda Payacques, incorpora en su relato creencias, datos e ideas con los que de una u otra forma los sanmiguelinos pensamos nuestros orígenes.  Incluye explicaciones míticas que ya habitaban nuestro imaginario y nos dice cómo ve nuestra relación con la naturaleza.

Payacques el héroe de la leyenda,  emprende su propio destino empujado por la naturaleza inestable de su padre el río Payac, a veces amenazante y arrasador.   

Alentado por la fuerza de sus sueños en el futuro, decide buscar  tierra fértil y habitable.  No se rinde ante las dificultades, es atraído por la naturaleza silvestre que calma su hambre y sus ansias. 

Su ruta lo contacta con el viejo Ñiuilan, presencia imponente que personifica a nuestro Apu principal. Y ese encuentro representa el fin del ‘Arcángel andino’ o viejo Ñiluilan y el comienzo de la era de PAYACQUES.

El rio Payac y el Apu Ñiuilan, la Banda y otros elementos de la naturaleza, están asociados a la vida y a la muerte y son personificados por la leyenda.
El Ñiuilan es guía mítico del héroe sucesor, Payacques.  

Hijos e hijas de la hermosa y apacible Banda, que en un pasado mítico fue esposa del Ñiuilan nombran lugares de nuestra provincia, habitados por gente laboriosa en los campos, experta en tejidos y otras artes. 

Una nueva era de nuestra historia tiene lugar con la conquista española y el Arcángel San Miguel es testimonio de ello.  

El nombre de SAN MIGUEL DE PAYACQUES o Pallaques, hace honor al Arcángel, al héroe buscador de tierra fértil y a sus laboriosos hijos buscadores de semillas, actividad conocida como pallaquear.

Ana María Quiroz Rojas


Víctor Hugo Alvítez Moncada / “Pisadiablo”. San Miguel (Cajamarca), 23 de setiembre de 1957. Gestor Cultural por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Trabaja en Universidad Nacional del Santa (UNS) - Chimbote. Fue estudiante de Agronomía en Universidad Nacional de Cajamarca. Estudió primaria y secundaria en su tierra natal

Autor de los poemarios: Huesos musicales, Confesiones de un pelícano e inventario de palmeras, y Árbol era esa mujer. Fundador de las Revista de Cultura: Bellamar y Puerto de Oro.  Con ocasión de las Bodas de Oro del Colegio San Miguel compuso una marinera ejecutada actualmente por las bandas de músicos “Perú, Armonía y Clase” – Trujillo y “Filarmónica Star de Otuzco” – La Libertad. Difunde páginas virtuales en blogspost y facebooks sobre San Miguel. Ha participado en encuentros culturales en Lima, Cajamarca, Trujillo, Arequipa, Tacna, Tingo María, San Martin. Ancash.

Ha merecido medallas y reconocimiento de Municipalidad Provincial de San Miguel, Universidade Grendal Do Brasil (UniGrendal) 2013; “Inca Atahualpa” máxima distinción del Gobierno Regional Cajamarca, 2011; “Kuntur Wasi” del Instituto Nacional Cultura – Cajamarca, entre otros en mérito a su contribución a la cultura regional y nacional.

En preparación: SAN MIGUEL: Historia, Cultura y Sociedad. Tomo I: Cuentos y tradiciones de nuestra Provincia, Tomo II: Crónicas de Pis@diablo, otros.

Vicepresidente Asociación Provincial de Escritores de San Miguel (APESAM) institución con la que han impulsado tres encuentros de escritores y artistas consecutivos a favor de la Educación y Cultura sanmiguelina; ex directivo Asociación de Escritores y Poetas de Ancash (AEPA). Ha creado y dirige el Centro de Documentación Regional Ancash dentro del Tambo Cultural Ancashino, en Tambo Real Antiguo – Santa – Ancash.