Thursday, June 13, 2013

MES DE MAYO, RUISEÑOR. Cronicas de Pis@diablo / Víctor Hugo Alvítez Moncada


Víctor Hugo Alvítez Moncada



MES DE MAYO, RUISEÑOR



‘En San Miguel, ha dejado de llover,

su calor llega hasta mi alma’.






Descanso en La Cruz: Alberto Rodas (partidario), Álvaro Alvítez, Juan Carlos Lingán y Oscar Alvítez Huerta. Foto@rte Písadiablo



Crónicas de Pis@diablo



 ‘Ay, mes de Mayo, ruiseñor / campiñas relucientes / olorosas a pasto y barba’ solía declamar siempre queriendo hacerme el poeta al llegar este luminoso mes: ‘En San Miguel / ha dejado de llover / Su calor llega hasta mi alma’. Adiós aguaceros, neblinas, ausencias, nostalgias, carencias.  Brillará nuevamente el astro rey sobre nuestra ponderada campiña La Banda reverdeciéndola de eternidad, llenándola de luces y matices, incendiando de felicidad campos circundantes de esta magnánima ciudad de sublime quinceañeril belleza -a quien amamos, conocemos, admiramos, añoramos, desvivimos, asombramos; exaltando espíritu de propios y extraños. Llegarán cosechas de maíz, papa, arvejas, habas, frijoles tiernos, rocotos y huacatay; mangos, nísperos, limas, chirimoyas, alegría sin par en retahíla de caseríos y pueblos que nos abrazan. Iniciarán sus fiestas patronales tradicionales unas tras otras, alistándonos para compartir, participar, bailar, comer, brindar y hasta torear aquellos mansos bueyes cansinos, toretes ariscos o vacas matreras, tratando de emular grandes celebraciones festivas del pueblo.



“Mes de mayo, ruiseñor”, colmado de pishgos plumajes multicolores compasivos y graciosos penachos, ofrendando sinfonías al Hacedor; mariposillas revoloteando nuestro ser; himno sempiterno del río a nuestros pies, acequias compañías cristalinas de mil cantares para sombrerada a la pedrada en media cuesta; cercos de pencas carnosas, incienso de eucaliptos por doquier, chulcos dulces y magueyes floridos luego pukanas; cielo azul indiscutiblemente despejado, cometas de paz, querubines en vuelo e inmensos rayos reflejados en rostros colorados sudorosos; andinas flores silvestres acicalando interminables campos, pastizales naturales encendidos, vacas pintadas ubres al suelo regando néctar.



“Mes de Mayo, ruiseñor”, del Trabajo, la veneración de la Santa Cruz o Cruz de la fiesta arraigada en el mundo andino; de las Madres benditas: María y Fátima madres de Dios; del milagroso y generoso Ashuquito de Jangalá. Mes de choclos, viros y humitas; quesillos, miel de caña; cuyes, chicharrones, rellenos, fritos, dondequiera. Chinitas hilando rueca a la cintura de fondos o polleras carmín cochinilla y chompas lámparas luciérnagas espiándonos, aguardándonos sobre los cercos y filas, con rebaños de ovejas lanudas al cuidado.



“Mes de Mayo, ruiseñor” tus noches son días espléndidos, encendidas plenamente de luna nueva gigante perseguilona, guirnaldas de luceros policromos atrapados en cada rincón del alma, faroles del cielo; fogones de eternas luminarias y fugaces estrellas formando millares de iconografías de flores, hojas, plantas, caminos, animales, constelaciones que mañana serán illahuas inspiradas en labores de nuevas alfombras, alforjas, colchas, servilletas; cenefas, fajas, listones de hacendosas artesanas tejedoras.



“Mes de Mayo, ruiseñor”, bajo ese manto etéreo nos sentaremos con  nuestras madres y abuelos a comer del mismo mate y lapa cancha paccha dulce y chibches asados en la era, shuturaditos sobre pellejos merinos atendiendo mil y un cuento e historias de zorros, lechuzas, mujeres, duendes, diablos, hechiceros,  compactados, bandoleros, del cantor Santos Churupaquita despeñado dizque en la Boca de león recogiendo romero; abrigados de ponchos cordoncillo nogal, esperando llegue nuestro taita labriego arado al hombro después de guardar su yunta baya acabajito en inverna de don Natalicio, juntos a Tarzán y la Chepa, chusquitos alharacosos y fieles, cazadores de perdices; luego, acurrucarnos a soñar en barbacobas ilusiones de nuevo y brillante día listos a ayudar al barbecho.



“Mes de Mayo, ruiseñor”. Feliz “Día del Trabajo”, maestros: Niveco, Horacio y Juan Guillermo; día de descanso, buen día soleado, inquietante; de pasada saluda Tirso Linares; a las once ‘abriremos apetito’ abajo en Santitos Chimba, -confirma Niveco- así hemos quedado con Matías, Liborio, Chato Octavio y el Chupecito. Gente del pueblo y campo celebran a chicherías llenas en doña Dominga, doña Rosita, doña Cruz, doña Encarnita, en las señoritas Torres arriba por el Chorro. Otro buen grupo liban cañazo cruceño en don Santos Cieza, el ‘Aereopuerto’ de don Máximo Cueva, en don Chilposo, Jayancano y otros grifos. El sub prefecto, alcalde,  jefe de línea, supervisor de educación, el cura y demás autoridades, almuerzan frito de chancho y rellenas en ‘La Colina’ gentilmente atendidos por la nobleza y amistad de don Eladio y señora Carmencita; juegan ‘sapo’ y toman cerveza. Por calles, vecinos se saludan y felicitan por tan grandioso día, brindan sendos vasos de chicha o copas de aguardiente; conversan, se abrazan. Hay tranquilidad en el pueblo, chacras; yunques han dejado de repicar campanas de paz, tejidos descansan tendidos a lo largo del corredor hasta mañana cuando conciertos de putijs, illaguas y tramas saluden advenimiento de nuevo amanecer. Por todas las calles bicharras trascienden inconfundibles apetitosos inciensos a cuyes fritos y chicharrones, guisos, humitas; desde hornos, fresca tibieza del pan de suelo, de yema, rosquitas, bizcochuelos y cemitas a canastas repletas; trasciende olor a escobas de saúco y eucalipto recién  cashpadas. Hoy no llegarán de campiñas nobles burritos trayendo leña sequita de andanga, no ofrecerán gallinas choras, gallos cariocos o huevos de corral. A la distancia, sones de banda musical, alegra el día en ‘Parque del Trabajo’ cerquita a casa de mi compadre ‘Sata’ camino al Pabellón.



“Mes de Mayo, ruiseñor”. Villa Nundén pegado a las estrellas, revienta cohetes de golpe y últimos truenos secos anunciando su fiesta. Desde el alba no han dejado de retumbar pareciendo rodar el cerro de la ‘Boca de león’ con profundo eco perdiéndose en sonoro Puclush. Así anuncia este pequeño poblado llamándonos alegremente con tañer de ronca campanita asistir todos. Allí llegaremos pronto, a la carrera, cruzando  puente calicanto, cuesta arriba por los Poma molino de piedra; acompañar procesión de Jesús Obrero, ver jugadas de gallos, comer cuyes de buenos chacles y trigo pelado bien graneado, asentarlos con chicha madura de jora, esperar corrida de toros; mirando bailar y gozar a gente del lugar henchidos de emoción por su fiesta, reencuentro con los suyos y paisanos que desde la capital han llegado con fajos de cheques a brindar con cervezas y zapatear con ‘chinitas’ dientes perla relucientes –cual mazorcas tiernas de mayo, madurando y pelo enrubiando-, de sayamudenses sombreros de fina palma, largas trenzas, trajeadas de pies a cabeza. Gozando de buena fiesta hasta sentir arreciar brisa de tarde festiva, retornamos pletóricos de felicidad, cantando huainos, medio mareados y envalentonados en retahíla, comentando momentos agradables de esta celebración, prometiendo volver el próximo año a juntarnos con amistades y gente alborozada.



3 de Mayo ruiseñor, el mundo andino celebra el ‘Día de la Cruz’ o ‘fiesta de las Cruces’ en aquel espacio simbólico de unión entre el cielo y la tierra, la cima de los cerros donde se ha colocado una cruz, San Miguel no es la excepción. Los campos cubiertos de flores silvestres, con ellas vestirán cruces en casas y estancias; colocarán para velarlas delante doseles y caminos. Hermosas crucecitas de madera en todo tamaño revestido con florcillas de colores. Entre tanto, a la salida en pleno camino a Calquis y Santa Rosa, frente a casa de don Juan Malca, antigua Cruz que da la bienvenida o despide  a transeúntes quienes se persignan al pasar, también está vestida con manojos grandes de flores atadas a madero verde envejecido, luciendo  espectacular, delante su ermita de adobe a punto de desplomarse, techo de teja a dos aguas lleno de musgos, nidos y goteras; aguarda lleguen fieles devotas ‘a robarla’ este día siquiera, solamente ella no tiene dueños. Por Lípiac avanza animosa banda de músicos y delante trajeadas muy elegantes doña Olinda, su Bercella, Martina, Camucha y el doctor Rosendo a prisa, reventando cohetes, sumándose al paso sus vecinos, señores: Leocadio, Eugenio Monsefú, Gumercindo Romero, Armando Ballena y otros, avanzan alegres. El grupo de mujeres y familiares la han vestido de flores silvestres muy temprano y antes de mediodía la recogen para festejar en su casa con respectivo bailongo e infaltable chicha. Al retorno se ha sumado la compañía de su comadre Gloria quien volvía de su chacra junto a su partidario Alberto Rodas y multitud a quienes el bullicio los ha reunido. Bajan en procesión echando cohetes al aire, cargando la Cruz a lo largo en hombros de sus devotas con mucha veneración, llegan hasta su casa donde la colocan de pie en una esquina de la sala,  llenándola de velas y en piso de alrededor. La banda siguie tocando piezas musicales hasta que ordenan se detenga para almorzar y luego volver por la noche a adoración de la santa Cruz y alboroto, hasta últimas consecuencias. -Acacau la crucecita, nadie le hace caso- expresa doña Olinda, persignándose de rodillas.



“Mes de Mayo, ruiseñor”. Poca gente como esta familia tuvo tanta devoción por aquella solitaria Cruz, desaparecida por el tiempo, tampoco está su vieja y acogedora ermita o capilla donde calquisinos, santarrosinos, sayamudios, hacían un alto elevando oraciones, descansando sus muertos cada vez que pasaban  enterrarlos al panteón. Se desplomó de vieja y olvido. Hasta allí, antaño, Napito Caballero llegaba a descansar en pequeña pampita alfombrada de hierba verde luego de una volada, de paso enseñar tocar mandolina a discípulos, divisando desde estratégico frontis belleza frontal de nuestro pueblo, apacible, cielo despejado, campiña siempre luninosa y especial aire puro de mayo, ruiseñor; sentados, reflexionando hasta suspirar; como él, otra gente acostumbraba llegar a descansar y venerar la crucecita. Al caer ese altar, no volvió a reconstruirse con el mismo estilo arquitectónico sanmiguelino y placentero lugar; años después fue colocada una cruz más grande en parte posterior a lado del mismo camino, rodeada de veredas y bancas de cemento, que al parecer no ha atraído la misma fe y atención de viandantes de ayer.






“Mes de mayo, ruiseñor”, hoy echaremos poncho al hombro rumbo a Cruzpampa, al lado posterior del pueblo adorar la Cruz de ese otro camino y festejar su fiesta como se pide chumbeque. En primer tambo de improvisada placita pedimos media botella de cañazo para templar la mañana y ponga maestro ‘Los tucos de Cajamarca’ pa’ hacer zapatear a las Gálvez, ellas nos reciben contentas. El Cutero cree ser mayordomo y se adueñado de la Magna, no deja de bailar hablándole al oído, enamorador está el ‘cholo’. Tú –me dice- sácalo a la Leandra y dale al huaino. La gente del pueblo sigue llegando en grupos y la fiesta se enriquece con  fandango de cohetes y luego tarde de toros chuscos. Con mis compadres Nato Chalaco, Pastilla y Lucho Pelao, con nuestros tragos adentro, desdoblamos ponchos para torear, haciendo suertes delirando al público, y como buen cholo arranchar la moña del primer matrero ‘Por ti he venido’ ofreciéndola a la Marujita que junto a su hermana la India y su mamita aplauden desde un poyo alto. Continuamos alzando copas al interior de otro tambo o chingana con pikap a todo volumen y buena música, bailando al compás del ‘Jilguero de los Andes’ nuestro paisano Alcides, ‘Los alegres de Bambamarca’ y ‘El cholo Jashe’, hasta que la noche corteja solitaria con cuarto menguante para acompañar el retorno, cantando, enronquecidos, aguardientosos, taciturnos.



Ay, “Mes de mayo, ruiseñor”, Crucecitas benditas, Virgencita de Fátima, no nos desamparen, que no lo apresen al Pelao por pendenciero y llévennos a seguir fiesteando a Pampa Cúyoc, Succha Alta, Cochàn Bajo; el 15  a San Isidro Labrador de Quindén  Alto, luego a fiesta de El Prado o aniversario de Rondas Campesinas ‘20 de Mayo’ de Uchuquinua, hasta caer rendidos a pies del Ashuquito de Jangalá –y nos preste siquiera unos veinte soles- para seguir fiesteando; eso sí devolverle con su yapa en su alforjita el otro año. Mes de Mayo, ruiseñor, tus fieles devotos no podemos olvidar nuestras crucecitas y amitos, fatal será su castigo el día que faltemos.



“Mes de mayo, ruiseñor”. Todos los cholitos hemos llegado alegres a nuestra escuela, todos o casi todos con un botón de rosa roja en el pecho, con un geranio o una florcita de papel en señal de tener a nuestras madres vivas; muy pocos compañeritos entristecidos lucen flor blanca en recuerdo de la mamá que tempranamente partió al cielo y desde allí bendecir su camino. Todos estamos muy contentos porque nuestras madres con hermanitos pequeños en brazos nos acompañarán en la actuación que hoy ofreceremos con nuestras lindas canciones y poesías enseñadas por nuestras maestras; las abrazaremos, entregaremos ramos de flores y les diremos ¡FELIZ DÍA, MADRE QUERIDA! ¡FELIZ DÍA MADRE BENDITA! ¡GRACIAS POR DARNOS LA VIDA!




Pisadiablo en brazos de su madre, doña Gloria Moncada



“Mes de mayo, ruiseñor”, nuevamente mi mama con su cantaleta: ‘El 13 de mayo / la Virgen María / bajó de los cielos / en hora florida / Ave ave María…’ toditos los días corriendo tras el rosario de la virgencita, catay bien devota había sido, tenía novena un día; tempranito iba al rezo con demás vecinas, apenas rayaba la aurora: ‘levántate cholito acompañarme al rosario, escuchaba decirme-. Eran más de las cinco de la mañana, la procesión ya estaba en la salida por casa de doña Catita, corriendo íbamos. La señora Zoila Contreras daba la voz: ‘En el hermoso mes de mayo, mes de alegría, nuncio de paz, huye el invierno’…;  esos cánticos recuerdo de aquella desaparecida costumbre y procesión sanmiguelina, desde la iglesia hasta la misma Cruz del camino a Calquis y viceversa durante todo el mes. Bonita la Virgencita, delgadita, manto color cielo y ojos azulitos, parecieran aclarar el día más pronto. De regreso, comprábamos tres botellas de leche en don Leonidas Romero para mandar a sus cholitos ‘panza’ llena a la escuela.



“Mes de Mayo, ruiseñor”. Fiesta de Ascensión del Señor o “Ashuquito”, milagroso y venerado en Jangalá, para escaparnos de la escuela la hora del recreo con todo talega de cuadernos, el ‘Coquito’ y nuestros perdurables uniformes beigges comando, zapatos lengua afuera; de una sola viada tras el panteón,  puente calicanto, arrancando viros dulces todo el camino y tomando agüita fresca en quebradas bullangueras de trecho en trecho hasta alcanzar la ‘Villa turística de Jangalá’, pueblito de nuestras vivencias y mil recuerdos, gente buena, cariñosa y conocida; de casas grandes y largos balcones, tejados carmesí adornados con toritos de arcilla –símbolos del trabajo- antiguos alfareros de ollas, payancas y tejas. Hasta allí llegamos alborozados, sudorosos, brindamos una botella de guarapo de La Mishca y luego corretear por las Ventanillas admirarando en nuestra inocencia la grandeza de antepasados, breve visita al Cerro Blanco o de los Dos Arbolitos de enfrente, desde donde levanta nube de abejas haciéndonos retroceder espantados, volantineándonos a refugiarnos en capilla del Ashuquito; entendiendo ahora protección de estos animalitos a preciada reliquia monumental arqueológica y legado del singular lugar.



“Mes de Mayo, ruiseñor”. Vencidos por el susto, descansamos un momento tirados de barriga en el pasto de afuera; luego desquitamos con un atronador y desacompasado repicar de campanas, abandonando rápido el recinto por temor a custodios. ¡Cholos malcriaos! Han de decir. Y a la hora del almuerzo  un crocante cuycito en nuestra Cruz, hasta empezar la corrida de toros. Don Daniel y doña Sheba, nos ofrecen el balcón de su casa frente a la placita para mirar los toros -como cuando éramos chibolos-, la Mudita nos brinda otro buen mate de trigo pelado y piernas de cuy frito con papas.



La palomillada nos hace trepar en carrocería del ‘Apolo XII’,  camión de don Shingo bravo. La placita piso de tierra y salteadas matas de picuyo está llena de gente y personas mareadas que siguen bebiendo guarapo fuerte y aguardiente; no hacen caso al teniente gobernador con lazo al hombro quien insta apoyar en construcción de barreras en espacios vacíos que han dejado los camiones al rodear el escenario. Insiste la autoridad abandonen el ruedo todos los borrachos porque ya va a salir el ‘Barre plaza’, el primer toro bravo que haciendo alusión a su nombre y espantado por la bulla, banda de músicos y cohetes de golpe; previo rocoto debajo del rabo y sopleteada de cañazo, aparece como bala dando brincos por el ardor, corre de un lado a otro, lanzando por los aires a quien a su paso encuentra y desobedientes intrusos que, no fuera por don Galvarino quien se aventó desde el poyo de don Artemio Malca donde brindaba con todas las autoridades del pueblo, cogiéndolo de las astas hasta torcerle el pescuezo tumba al toro, cuantos borrachos el enloquecido vacuno hubiera matao o cuando menos lisiao; hasta por fin, ver despejada la plaza, totalmente limpia para dar paso a verdaderos y afamaos vicas o toreros poblanos como el ‘Chino Ureta’ o ‘Chirimpimpas’ quien con sus traguitos y dentro del ‘ruedo’ hizo dos pases de mariposa espectaculares con su poncho cutulo –a su medida- insistiendo ingrese su sobrino Shego Chaplín de ayudante que sin temor alguno saltó, llamando al ‘Barre plaza’ para darle dos pases de pecho al mismo estilo taurino heredados del padre y tío experimentados de la tauromaquia y todas las fiestas bravas del pueblo, aunque no curtan, dizque el año pasao dejó sin fundillo y ‘pelotas’ al aire al Ureta. Ahora, Shego en faena de rodillas, arranca aplausos y vítores de multitud abarrotada en ‘palcos’ de poyos, balcones, barreras de palos y camiones. El ‘maestro Ureta’ de pie, aplaude también la actitud y entrega del nuevo vica torero consagrado desde  aquella tarde inolvidable con satisfacción y orgullo,



“Mes de Mayo, ruiseñor”. Como no venerarte Ashuquito, si desde niños hemos llegado prendidos a faldas de mamá Gloria devota. Como no venerarte Ashuquito, si nuestra adolescencia y juventud está plena de fantasías y recuerdos. Como no venerarte Ashuquito, pensando en el desarrollo de tu pueblo, comprometemos ver en valor admirado sitio arqueológico con Ventanillas, puquios y reserva de los Dos Arbolitos, honor de nuestra vejez. Como no venerarte Ashuquito desde el primer repique de campanas, al alba, la vida, gratitud y esperanza de un mañana mejor. Como no venerarte Ashuquito, si de todas estas vivencias aflorará una novela donde niños inspiren amor al terruño. Como no venerarte Ashuquito si por años consecutivos sigues bendiciendo nuestra noche de novenas –herencia maternal y en su nombre, rememoramos veinticinco años de su partida- compartiendo ofrenda y oración con noble gente de ayer y hoy de esta preciosa Villa nuestra, quienes nos esperan en local del viejo Club “Dos de Mayo” para bailar y tomar un chocolate caliente con queso y bizcochos sanmiguelinos; junto a amigos de infancia y vecinos que desde el pueblo partimos juntos, repletos como sardina en una combi; con docenas de cohetes al hombro y varias buchas de aguardiente dizque pal frío.






“Mes de Mayo, ruiseñor”. Como no venerarte Ashuquito, si hoy domingo 27 has visto dizque pasar con bien a dirigentes ronderos campesinos y frente de defensa enarbolando banderas de “CONGA NO VA” en ‘Marcha de los Caxamarcas por Culturas y Aguas Vivas’, por dignidad de un pueblo reclamando Justicia, desde Chota, Hualgayoc y Bamamarca, mañana temprano continuarán por San Pablo, luego Contumazá, Cajabamba hasta llegar a Cajamarca al mitin central y paro indefinido del 31, Mes de Mayo, ruiseñor. Allí están ronderos, maestros, agricultores, ganaderos con mujeres y tiernos hijos al lado, puños en alto recorriendo calles de nuestra ciudad motivando al paro regional, con vistosos atuendos de siempre: ponchos, sombreros, alforjas, quipes, faldas arco iris plisadas, llanques y esperanzas. Desde estrado de plaza de armas vivan a José Carlos Mariátegui y nuestro querido Frejolito Alfonso Barrantes Lingán, -los oigo- condenando entrega de nuestras riquezas, recursos naturales y traición, al son de ‘Agua si, Oro no’ más banda típica guairura ‘Los Galantes de Lladén’ dirigida por Isabel Chabelo Hernández, de camisas granate, lira símbolo al bolsillo y pantalones negros. ‘Que toque una marcha, una marinera, una diana, un huainito’, piden en movilización y mitin, haciendo bailar ronderos y ronderas. ¡Viva el paro regional! Siguen vivando desatando de sus cinturas látigos trenzados y fuetes de cueros curtidos, levantando en alto, haciéndolos sonar en desafío al abuso y la corrupción.






“Mes de Mayo, ruiseñor”. Como no venerarte Ashuquito, si has hecho posible reunir a la Elina, Sara, Zené, Marlene, Nora y Kiarita, al Hugo, Agucho, Àlvaro y Julio, para entronizar en nuestra propia casa al Pisadiablo Arcángel San Miguel, patrono de esta tierra sagrada donde hemos nacido, bendecirla por Hermana Danis con lluvia de flor blanca de geranio y su dulce corazón; extrañando solamente la alegría de nuestro hermano shulca el Mario Pashón que guitarra al hombro, unos días fue a cantarle a los bosques, a la Selva.






“Mes de Mayo, ruiseñor”. Ya que están aquí, lo llevaras Hugo a este flaco Tillo  que anda por esas alturas, por esas minas dizque, a escoger su poncho en doña Martina Hernández –indica Elina- allarribita está su casa - taller donde el letrero dice ‘Artesanía Arcángel San Miguel’ del Jirón Miguel Grau 165, allí les aguarda; ella además preside la Asociación de artesanas del mismo nombre. “Mes de Mayo, ruiseñor”, destacada y experta dama con tan singular arte heredado de su madre y tías Susana, Julia y Olinda. Allí están en diaria tarea con Carmen Camucha urdiendo la vida y esperanza con destreza y maestría, hilos de algodón mercerizados que mañana serán verdaderas obras de arte listas a exponerse en cualquier mercado y mejor postor nacional o internacional; alegres, acompañadas de Benjamín Malca Hernández –no con su canto y guitarra- sino con anécdotas y chistes para alegrar la mañana, anotando biografía de nuestra artista quien también merece proponerla al Premio Nacional, Doña Martina ssuelta su siquicha levantándose, reúne sus obras y orgullosa nos muestra, entre ellas el poncho confeccionado a medida y mucho cariño pal Ashuquito de Jangalá –paque el amito no tenga frío-, hermoso trabajo que ya quisiera uno para mí, del mismo color y modelo, vistas anchas y ribete.  El que tengo -le cuento- lo tejió mi mamita pero ya está muy viejo y no sirve pa enamorar- sonríe. Hay ponchos al escoger y saca de varios colores y modelos bellísimos para usarlos con orgullo porque provienen de finas manos y arte de nuestras emprendedoras mujeres de la tierra que nos vio nacer: mi hermano se chanta uno de modelo, entonces expongo que el poncho tiene que ser prenda de distinción de los Pisadiablos de forma obligatoria junto al sombrero de Sayamud, debiendo dar el ejemplo  luciendo nuestras autoridades y el día de su juramentación no deben faltar bandas bordadas escudos a mano como aquella que doña Rosita Barrantes de Bravo obsequió al presidente Belaúnde Terry, y fajas confeccionadas a callua en vez de telas satinadas baratas; hechas con incomparable amor, delicadas manos, afecto sincero y palpitante corazón. Nuevamente emocionada doña Martina se levanta, sirve una copita suave de licor adornada de rodaja de limón:¡Salud por su visita!, ¡Salud señora Martina, por su amistad y laboriosidad!  Me enseña y obsequia el último programa de Rondas Campesinas ’20 de Mayo’ de Uchuquinua (Llapa – San Miguel) por 29 años de creación, donde ella fue Jurado de IV Feria Artesanal, representando a su institución en hermosura de: tejidos a callua con lana de oveja, tejidos a callua en madeja, tejidos a crochet y tejidos a palillo; entre otras actividades propias. Mes de Mayo, ruiseñor.






“Mes de Mayo, ruiseñor”. Díganle a la viejita Adelaida, antes que retorne a Jangalá, mate los cuycitos y gallinas pal almuerzo de mañana 1 de junio, cumpleaños de mi Flaco Julio –acacau- flaquito él a pesar de haberlo limpliado, ordenó mi madre: vayan Sara y Antonia ayudar a pelar los animalitos en la casa nueva de abajo hay bastante agua del caño. Cuando la experta había levantado su sombrero, arremangando mangas de su blusa turquesa de cuello amplio redondeado y blondas de encaje blancas; disponía afilar cuchillos en chungo del batán, se inició un ruido estremecedor y atronador sin saber de qué se trataba ni qué sería; al frente, el mercado era un alboroto, la gente gritaba y corría desesperada:¡temblor!, ¡temblor!, ¡temblor!, alertando a toda la población buscando resguardo de lluvia de tejas desplomadas de techos por fuerte movimiento y plegarias: ¡Arcángel San Miguel!, ¡Virgencita del Arco!, ¡Ashuquito! tengan piedad de nosotros. fluyendo cada vez contagiantes en labios de madres y abuelas. ¡Dónde están nuestros hijos!, clamaban padres por doquier. En plaza de armas la gente se había llenado pensando ingresar a iglesia a elevar plegarias pero la furia de la naturaleza no paraba; doña Aurora Malca con su Lucho Bedoya, de rodillas avanzan al templo implorando al Hacedor ‘calme su ira’. La alta torre blanca se movía como péndulo suspendido, nosotros lo vimos con el Pichuta estando trepados en una planta de cinrres que había tras el Teatro ‘Fénix’ cuando recién abrieron la calle nueva: ¡Oy, parece que viene la caterpila!, -me dijo, no ¡es un avión a chorro!, respondí, entre asustados, cuando doña Guillermina Sánchez desde lo alto del balcón posterior del teatro donde tenía su restaurante, clamaba desesperada: ¡Dios mío!, ¡temblor!; entonces comprendimos, nos aventamos del árbol y tratamos de correr a nuestras casas pero las tejas seguían cayendo de un lado y otro quedándonos estáticos, esperando pase el fuerte temblor de aquel aciago 31 de mayo de 1 970 que desde nuestra niñez guardamos claramente. Ahí estaba mi padre, pálido, asustado, esperando encontrar a los otros cholitos –mis hermanos menores- que mamá Gloria había mandado buscar desesperada, felizmente fuimos apareciendo unos tras otros sanos y salvos, para tranquilidad familiar; los menores estaban jugando pelota tras la plaza de toros; allí los hemos hallado espantados, sin habla, sin comprender lo que sucedía. Dizque a don Pedro Pericles una teja le ha rajao la nariz, ensangrentao lo han llevao a posta médica. Luego escuchamos en radio desalentadoras y tristes noticias, el terremoto había asolado el departamento de Áncash, derrumbando parte del Huascarán, sepultando Yungay causando miles de muertes en toda la región. Desconsolada noticia que siempre recordamos y quedamos grabada en la memoria. Este año hemos allí juntado, hemos vuelto a celebrar el cumpleaños del Flaco Tillo con el recuerdo y nostalgia de aquella mesa repleta y familiares que ya no están con nosotros, después  de muchísimos años milagroso Ashuquito.



“Mes de mayo, ruiseñor”. ¡Dios solo pague, María!, ¡Dios solo pague, Pisadiablo!, ¡Dios solo pague, Crucecitas de Mayo!, ¡Dios solo pague, Ashuquito!, tantos favores concedidos. ¡Dios solo pague! Mes de Mayo, ruiseñor, al coronar con éxito la carrera de Derecho nuestra querida ‘Liz’ o Gloria Elizabeth –vida encarnada de tu devota- incorporándose al Colegio de Abogados del Santa, el último 31. Mes de Mayo, ruiseñor.



Chimbote, 31 de mayo del 2 012.



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