Víctor Hugo Alvítez
Moncada
MES DE MAYO, RUISEÑOR
‘En San Miguel, ha dejado
de llover,
su calor llega hasta mi
alma’.
Descanso en La Cruz:
Alberto Rodas (partidario), Álvaro Alvítez, Juan Carlos Lingán y Oscar Alvítez
Huerta. Foto@rte Písadiablo
Crónicas de Pis@diablo
‘Ay, mes de Mayo, ruiseñor / campiñas
relucientes / olorosas a pasto y barba’ solía declamar siempre
queriendo hacerme el poeta al llegar este luminoso mes: ‘En San Miguel / ha dejado de llover / Su calor llega hasta mi alma’.
Adiós aguaceros, neblinas, ausencias, nostalgias, carencias. Brillará nuevamente el astro rey sobre
nuestra ponderada campiña La Banda reverdeciéndola de eternidad, llenándola de
luces y matices, incendiando de felicidad campos circundantes de esta magnánima
ciudad de sublime quinceañeril belleza -a quien amamos, conocemos, admiramos,
añoramos, desvivimos, asombramos; exaltando espíritu de propios y extraños.
Llegarán cosechas de maíz, papa, arvejas, habas, frijoles tiernos, rocotos y
huacatay; mangos, nísperos, limas, chirimoyas, alegría sin par en retahíla de
caseríos y pueblos que nos abrazan. Iniciarán sus fiestas patronales
tradicionales unas tras otras, alistándonos para compartir, participar, bailar,
comer, brindar y hasta torear aquellos mansos bueyes cansinos, toretes ariscos
o vacas matreras, tratando de emular grandes celebraciones festivas del pueblo.
“Mes de mayo, ruiseñor”, colmado de pishgos plumajes multicolores compasivos
y graciosos penachos, ofrendando sinfonías al Hacedor; mariposillas
revoloteando nuestro ser; himno sempiterno del río a nuestros pies, acequias
compañías cristalinas de mil cantares para sombrerada a la pedrada en media
cuesta; cercos de pencas carnosas, incienso de eucaliptos por doquier, chulcos
dulces y magueyes floridos luego pukanas; cielo azul indiscutiblemente
despejado, cometas de paz, querubines en vuelo e inmensos rayos reflejados en
rostros colorados sudorosos; andinas flores silvestres acicalando interminables
campos, pastizales naturales encendidos, vacas pintadas ubres al suelo regando
néctar.
“Mes de Mayo, ruiseñor”, del Trabajo, la
veneración de la Santa Cruz o Cruz de la fiesta arraigada en el mundo andino; de
las Madres benditas: María y Fátima madres de Dios; del milagroso y generoso
Ashuquito de Jangalá. Mes de choclos, viros y humitas; quesillos, miel de caña;
cuyes, chicharrones, rellenos, fritos, dondequiera. Chinitas hilando rueca a la
cintura de fondos o polleras carmín cochinilla y chompas lámparas luciérnagas
espiándonos, aguardándonos sobre los cercos y filas, con rebaños de ovejas
lanudas al cuidado.
“Mes de Mayo, ruiseñor” tus noches son días
espléndidos, encendidas plenamente de luna nueva gigante perseguilona,
guirnaldas de luceros policromos atrapados en cada rincón del alma, faroles del
cielo; fogones de eternas luminarias y fugaces estrellas formando millares de
iconografías de flores, hojas, plantas, caminos, animales, constelaciones que
mañana serán illahuas inspiradas en labores de nuevas alfombras, alforjas,
colchas, servilletas; cenefas, fajas, listones de hacendosas artesanas
tejedoras.
“Mes de Mayo, ruiseñor”, bajo ese manto etéreo
nos sentaremos con nuestras madres y
abuelos a comer del mismo mate y lapa cancha paccha dulce y chibches asados en la era, shuturaditos sobre pellejos merinos atendiendo mil y un cuento e
historias de zorros, lechuzas, mujeres, duendes, diablos, hechiceros, compactados, bandoleros, del cantor Santos Churupaquita despeñado dizque en la Boca
de león recogiendo romero; abrigados de ponchos cordoncillo nogal, esperando
llegue nuestro taita labriego arado
al hombro después de guardar su yunta baya acabajito en inverna de don
Natalicio, juntos a Tarzán y la Chepa, chusquitos alharacosos y fieles,
cazadores de perdices; luego, acurrucarnos a soñar en barbacobas ilusiones de
nuevo y brillante día listos a ayudar al barbecho.
“Mes de Mayo, ruiseñor”. Feliz “Día del
Trabajo”, maestros: Niveco, Horacio y Juan Guillermo; día de descanso, buen día
soleado, inquietante; de pasada saluda Tirso Linares; a las once ‘abriremos
apetito’ abajo en Santitos Chimba,
-confirma Niveco- así hemos quedado con Matías,
Liborio, Chato Octavio y el Chupecito.
Gente del pueblo y campo celebran a chicherías llenas en doña Dominga, doña
Rosita, doña Cruz, doña Encarnita, en las señoritas Torres arriba por el
Chorro. Otro buen grupo liban cañazo cruceño en don Santos Cieza, el
‘Aereopuerto’ de don Máximo Cueva, en don Chilposo,
Jayancano y otros grifos. El sub
prefecto, alcalde, jefe de línea,
supervisor de educación, el cura y demás autoridades, almuerzan frito de
chancho y rellenas en ‘La Colina’ gentilmente atendidos por la nobleza y
amistad de don Eladio y señora Carmencita; juegan ‘sapo’ y toman cerveza. Por
calles, vecinos se saludan y felicitan por tan grandioso día, brindan sendos
vasos de chicha o copas de aguardiente; conversan, se abrazan. Hay tranquilidad
en el pueblo, chacras; yunques han dejado de repicar campanas de paz, tejidos
descansan tendidos a lo largo del corredor hasta mañana cuando conciertos de
putijs, illaguas y tramas saluden advenimiento de nuevo amanecer. Por todas las
calles bicharras trascienden inconfundibles apetitosos inciensos a cuyes fritos
y chicharrones, guisos, humitas; desde hornos, fresca tibieza del pan de suelo,
de yema, rosquitas, bizcochuelos y cemitas a canastas repletas; trasciende olor
a escobas de saúco y eucalipto recién cashpadas. Hoy no llegarán de campiñas
nobles burritos trayendo leña sequita de andanga, no ofrecerán gallinas choras,
gallos cariocos o huevos de corral. A la distancia, sones de banda musical,
alegra el día en ‘Parque del Trabajo’ cerquita a casa de mi compadre ‘Sata’ camino al Pabellón.
“Mes de Mayo, ruiseñor”. Villa Nundén pegado a
las estrellas, revienta cohetes de golpe y últimos truenos secos anunciando su
fiesta. Desde el alba no han dejado de retumbar pareciendo rodar el cerro de la
‘Boca de león’ con profundo eco perdiéndose en sonoro Puclush. Así anuncia este
pequeño poblado llamándonos alegremente con tañer de ronca campanita asistir
todos. Allí llegaremos pronto, a la carrera, cruzando puente calicanto, cuesta arriba por los Poma
molino de piedra; acompañar procesión de Jesús Obrero, ver jugadas de gallos,
comer cuyes de buenos chacles y trigo
pelado bien graneado, asentarlos con chicha madura de jora, esperar corrida de
toros; mirando bailar y gozar a gente del lugar henchidos de emoción por su
fiesta, reencuentro con los suyos y paisanos que desde la capital han llegado
con fajos de cheques a brindar con cervezas y zapatear con ‘chinitas’ dientes
perla relucientes –cual mazorcas tiernas de mayo, madurando y pelo enrubiando-,
de sayamudenses sombreros de fina palma, largas trenzas, trajeadas de pies a
cabeza. Gozando de buena fiesta hasta sentir arreciar brisa de tarde festiva,
retornamos pletóricos de felicidad, cantando huainos, medio mareados y
envalentonados en retahíla, comentando momentos agradables de esta celebración,
prometiendo volver el próximo año a juntarnos con amistades y gente alborozada.
3 de Mayo ruiseñor, el mundo andino celebra el
‘Día de la Cruz’ o ‘fiesta de las Cruces’ en aquel espacio simbólico de unión
entre el cielo y la tierra, la cima de los cerros donde se ha colocado una
cruz, San Miguel no es la excepción. Los campos cubiertos de flores silvestres,
con ellas vestirán cruces en casas y estancias; colocarán para velarlas delante
doseles y caminos. Hermosas crucecitas de madera en todo tamaño revestido con
florcillas de colores. Entre tanto, a la salida en pleno camino a Calquis y
Santa Rosa, frente a casa de don Juan Malca, antigua Cruz que da la bienvenida
o despide a transeúntes quienes se
persignan al pasar, también está vestida con manojos grandes de flores atadas a
madero verde envejecido, luciendo
espectacular, delante su ermita de adobe a punto de desplomarse, techo
de teja a dos aguas lleno de musgos, nidos y goteras; aguarda lleguen fieles
devotas ‘a robarla’ este día siquiera, solamente ella no tiene dueños. Por
Lípiac avanza animosa banda de músicos y delante trajeadas muy elegantes doña
Olinda, su Bercella, Martina, Camucha y el doctor
Rosendo a prisa, reventando cohetes, sumándose al paso sus vecinos, señores:
Leocadio, Eugenio Monsefú, Gumercindo Romero, Armando Ballena y otros, avanzan
alegres. El grupo de mujeres y familiares la han vestido de flores silvestres
muy temprano y antes de mediodía la recogen para festejar en su casa con
respectivo bailongo e infaltable chicha. Al retorno se ha sumado la compañía de
su comadre Gloria quien volvía de su chacra junto a su partidario Alberto Rodas
y multitud a quienes el bullicio los ha reunido. Bajan en procesión echando
cohetes al aire, cargando la Cruz a lo largo en hombros de sus devotas con
mucha veneración, llegan hasta su casa donde la colocan de pie en una esquina
de la sala, llenándola de velas y en piso
de alrededor. La banda siguie tocando piezas musicales hasta que ordenan se
detenga para almorzar y luego volver por la noche a adoración de la santa Cruz
y alboroto, hasta últimas consecuencias. -Acacau
la crucecita, nadie le hace caso- expresa doña Olinda, persignándose de
rodillas.
“Mes de Mayo, ruiseñor”. Poca gente como esta
familia tuvo tanta devoción por aquella solitaria Cruz, desaparecida por el
tiempo, tampoco está su vieja y acogedora ermita o capilla donde calquisinos, santarrosinos,
sayamudios, hacían un alto elevando oraciones, descansando sus muertos cada vez
que pasaban enterrarlos al panteón. Se
desplomó de vieja y olvido. Hasta allí, antaño, Napito Caballero llegaba a descansar en pequeña pampita alfombrada
de hierba verde luego de una volada,
de paso enseñar tocar mandolina a discípulos, divisando desde estratégico
frontis belleza frontal de nuestro pueblo, apacible, cielo despejado, campiña
siempre luninosa y especial aire puro de mayo, ruiseñor; sentados,
reflexionando hasta suspirar; como él, otra gente acostumbraba llegar a
descansar y venerar la crucecita. Al caer ese altar, no volvió a reconstruirse
con el mismo estilo arquitectónico sanmiguelino y placentero lugar; años
después fue colocada una cruz más grande en parte posterior a lado del mismo
camino, rodeada de veredas y bancas de cemento, que al parecer no ha atraído la
misma fe y atención de viandantes de ayer.
“Mes de mayo, ruiseñor”, hoy echaremos poncho
al hombro rumbo a Cruzpampa, al lado posterior del pueblo adorar la Cruz de ese
otro camino y festejar su fiesta como se pide chumbeque. En primer tambo de
improvisada placita pedimos media botella de cañazo para templar la mañana y ponga maestro ‘Los tucos de Cajamarca’ pa’ hacer zapatear a las Gálvez, ellas nos
reciben contentas. El Cutero cree ser
mayordomo y se adueñado de la Magna, no deja de bailar hablándole al oído,
enamorador está el ‘cholo’. Tú –me dice- sácalo a la Leandra y dale al huaino.
La gente del pueblo sigue llegando en grupos y la fiesta se enriquece con fandango de cohetes y luego tarde de toros
chuscos. Con mis compadres Nato Chalaco,
Pastilla y Lucho Pelao, con nuestros tragos adentro, desdoblamos ponchos para
torear, haciendo suertes delirando al público, y como buen cholo arranchar la
moña del primer matrero ‘Por ti he venido’ ofreciéndola a la Marujita que junto
a su hermana la India y su mamita aplauden desde un poyo alto. Continuamos alzando
copas al interior de otro tambo o chingana con pikap a todo volumen y buena música, bailando al compás del
‘Jilguero de los Andes’ nuestro paisano Alcides, ‘Los alegres de Bambamarca’ y
‘El cholo Jashe’, hasta que la noche corteja solitaria con cuarto menguante
para acompañar el retorno, cantando, enronquecidos, aguardientosos, taciturnos.
Ay, “Mes de mayo, ruiseñor”, Crucecitas
benditas, Virgencita de Fátima, no nos desamparen, que no lo apresen al Pelao por pendenciero y llévennos a seguir
fiesteando a Pampa Cúyoc, Succha Alta, Cochàn Bajo; el 15 a San Isidro Labrador de Quindén Alto, luego a fiesta de El Prado o aniversario
de Rondas Campesinas ‘20 de Mayo’ de Uchuquinua, hasta caer rendidos a pies del
Ashuquito de Jangalá –y nos preste siquiera unos veinte soles- para seguir fiesteando;
eso sí devolverle con su yapa en su alforjita el otro año. Mes de Mayo,
ruiseñor, tus fieles devotos no podemos olvidar nuestras crucecitas y amitos,
fatal será su castigo el día que faltemos.
“Mes de mayo, ruiseñor”. Todos los cholitos
hemos llegado alegres a nuestra escuela, todos o casi todos con un botón de
rosa roja en el pecho, con un geranio o una florcita de papel en señal de tener
a nuestras madres vivas; muy pocos compañeritos entristecidos lucen flor blanca
en recuerdo de la mamá que tempranamente partió al cielo y desde allí bendecir
su camino. Todos estamos muy contentos porque nuestras madres con hermanitos
pequeños en brazos nos acompañarán en la actuación que hoy ofreceremos con
nuestras lindas canciones y poesías enseñadas por nuestras maestras; las
abrazaremos, entregaremos ramos de flores y les diremos ¡FELIZ DÍA, MADRE
QUERIDA! ¡FELIZ DÍA MADRE BENDITA! ¡GRACIAS POR DARNOS LA VIDA!
Pisadiablo en brazos de su madre, doña Gloria
Moncada
“Mes de mayo, ruiseñor”, nuevamente mi mama
con su cantaleta: ‘El 13 de mayo / la
Virgen María / bajó de los cielos / en hora florida / Ave ave María…’
toditos los días corriendo tras el rosario de la virgencita, catay bien devota había sido, tenía
novena un día; tempranito iba al rezo con demás vecinas, apenas rayaba la
aurora: ‘levántate cholito acompañarme al rosario, escuchaba decirme-. Eran más
de las cinco de la mañana, la procesión ya estaba en la salida por casa de doña
Catita, corriendo íbamos. La señora Zoila Contreras daba la voz: ‘En el
hermoso mes de mayo, mes de alegría, nuncio de paz, huye el invierno’…; esos cánticos recuerdo de aquella desaparecida
costumbre y procesión sanmiguelina, desde la iglesia hasta la misma Cruz del
camino a Calquis y viceversa durante todo el mes. Bonita la Virgencita,
delgadita, manto color cielo y ojos azulitos,
parecieran aclarar el día más pronto. De regreso, comprábamos tres botellas de
leche en don Leonidas Romero para mandar a sus cholitos ‘panza’ llena a la escuela.
“Mes de Mayo, ruiseñor”. Fiesta de Ascensión
del Señor o “Ashuquito”, milagroso y venerado en Jangalá, para escaparnos de la
escuela la hora del recreo con todo talega de cuadernos, el ‘Coquito’ y nuestros
perdurables uniformes beigges comando, zapatos lengua afuera; de una sola viada
tras el panteón, puente calicanto,
arrancando viros dulces todo el
camino y tomando agüita fresca en quebradas bullangueras de trecho en trecho
hasta alcanzar la ‘Villa turística de Jangalá’, pueblito de nuestras vivencias
y mil recuerdos, gente buena, cariñosa y conocida; de casas grandes y largos
balcones, tejados carmesí adornados con toritos de arcilla –símbolos del
trabajo- antiguos alfareros de ollas, payancas y tejas. Hasta allí llegamos
alborozados, sudorosos, brindamos una botella de guarapo de La Mishca y luego
corretear por las Ventanillas admirarando en nuestra inocencia la grandeza de
antepasados, breve visita al Cerro Blanco o de los Dos Arbolitos de enfrente,
desde donde levanta nube de abejas haciéndonos retroceder espantados,
volantineándonos a refugiarnos en capilla del Ashuquito; entendiendo ahora
protección de estos animalitos a preciada reliquia monumental arqueológica y
legado del singular lugar.
“Mes de Mayo, ruiseñor”. Vencidos por el
susto, descansamos un momento tirados de barriga en el pasto de afuera; luego
desquitamos con un atronador y desacompasado repicar de campanas, abandonando
rápido el recinto por temor a custodios. ¡Cholos
malcriaos! Han de decir. Y a la hora
del almuerzo un crocante cuycito en
nuestra Cruz, hasta empezar la corrida de toros. Don Daniel y doña Sheba, nos ofrecen el balcón de su casa
frente a la placita para mirar los toros -como cuando éramos chibolos-, la Mudita nos brinda otro buen mate de
trigo pelado y piernas de cuy frito con papas.
La palomillada nos hace trepar en carrocería
del ‘Apolo XII’, camión de don Shingo bravo. La placita piso de tierra
y salteadas matas de picuyo está llena de gente y personas mareadas que siguen
bebiendo guarapo fuerte y aguardiente; no hacen caso al teniente gobernador con
lazo al hombro quien insta apoyar en construcción de barreras en espacios
vacíos que han dejado los camiones al rodear el escenario. Insiste la autoridad
abandonen el ruedo todos los borrachos porque ya va a salir el ‘Barre plaza’,
el primer toro bravo que haciendo alusión a su nombre y espantado por la bulla,
banda de músicos y cohetes de golpe; previo rocoto debajo del rabo y sopleteada
de cañazo, aparece como bala dando brincos por el ardor, corre de un lado a
otro, lanzando por los aires a quien a su paso encuentra y desobedientes
intrusos que, no fuera por don Galvarino quien se aventó desde el poyo de don
Artemio Malca donde brindaba con todas las autoridades del pueblo, cogiéndolo
de las astas hasta torcerle el pescuezo tumba al toro, cuantos borrachos el enloquecido
vacuno hubiera matao o cuando menos lisiao; hasta por fin, ver despejada la
plaza, totalmente limpia para dar paso a verdaderos y afamaos vicas o toreros poblanos
como el ‘Chino Ureta’ o ‘Chirimpimpas’ quien con sus traguitos y dentro del
‘ruedo’ hizo dos pases de mariposa espectaculares con su poncho cutulo –a su medida- insistiendo ingrese
su sobrino Shego Chaplín de ayudante que
sin temor alguno saltó, llamando al ‘Barre plaza’ para darle dos pases de pecho
al mismo estilo taurino heredados del padre y tío experimentados de la
tauromaquia y todas las fiestas bravas del pueblo, aunque no curtan, dizque el
año pasao dejó sin fundillo y
‘pelotas’ al aire al Ureta. Ahora, Shego en faena de rodillas, arranca
aplausos y vítores de multitud abarrotada en ‘palcos’ de poyos, balcones,
barreras de palos y camiones. El ‘maestro Ureta’ de pie, aplaude también la
actitud y entrega del nuevo vica
torero consagrado desde aquella tarde
inolvidable con satisfacción y orgullo,
“Mes de Mayo, ruiseñor”. Como no venerarte
Ashuquito, si desde niños hemos llegado prendidos a faldas de mamá Gloria
devota. Como no venerarte Ashuquito, si nuestra adolescencia y juventud está
plena de fantasías y recuerdos. Como no venerarte Ashuquito, pensando en el
desarrollo de tu pueblo, comprometemos ver en valor admirado sitio arqueológico
con Ventanillas, puquios y reserva de los Dos Arbolitos, honor de nuestra vejez.
Como no venerarte Ashuquito desde el primer repique de campanas, al alba, la
vida, gratitud y esperanza de un mañana mejor. Como no venerarte Ashuquito, si
de todas estas vivencias aflorará una novela donde niños inspiren amor al
terruño. Como no venerarte Ashuquito si por años consecutivos sigues
bendiciendo nuestra noche de novenas –herencia maternal y en su nombre,
rememoramos veinticinco años de su partida- compartiendo ofrenda y oración con
noble gente de ayer y hoy de esta preciosa Villa nuestra, quienes nos esperan
en local del viejo Club “Dos de Mayo” para bailar y tomar un chocolate caliente
con queso y bizcochos sanmiguelinos; junto a amigos de infancia y vecinos que
desde el pueblo partimos juntos, repletos como sardina en una combi; con docenas
de cohetes al hombro y varias buchas
de aguardiente dizque pal frío.
“Mes de Mayo, ruiseñor”. Como no venerarte
Ashuquito, si hoy domingo 27 has visto dizque pasar con bien a dirigentes
ronderos campesinos y frente de defensa enarbolando banderas de “CONGA NO VA”
en ‘Marcha de los Caxamarcas por Culturas y Aguas Vivas’, por dignidad de un
pueblo reclamando Justicia, desde Chota, Hualgayoc y Bamamarca, mañana temprano
continuarán por San Pablo, luego Contumazá, Cajabamba hasta llegar a Cajamarca
al mitin central y paro indefinido del 31, Mes de Mayo, ruiseñor. Allí están
ronderos, maestros, agricultores, ganaderos con mujeres y tiernos hijos al
lado, puños en alto recorriendo calles de nuestra ciudad motivando al paro
regional, con vistosos atuendos de siempre: ponchos, sombreros, alforjas,
quipes, faldas arco iris plisadas, llanques y esperanzas. Desde estrado de
plaza de armas vivan a José Carlos Mariátegui y nuestro querido Frejolito Alfonso Barrantes Lingán, -los
oigo- condenando entrega de nuestras riquezas, recursos naturales y traición,
al son de ‘Agua si, Oro no’ más banda típica guairura ‘Los Galantes de Lladén’
dirigida por Isabel Chabelo
Hernández, de camisas granate, lira símbolo al bolsillo y pantalones negros. ‘Que
toque una marcha, una marinera, una diana, un huainito’, piden en movilización
y mitin, haciendo bailar ronderos y ronderas. ¡Viva el paro regional! Siguen
vivando desatando de sus cinturas látigos trenzados y fuetes de cueros
curtidos, levantando en alto, haciéndolos sonar en desafío al abuso y la
corrupción.
“Mes de Mayo, ruiseñor”. Como no venerarte
Ashuquito, si has hecho posible reunir a la Elina, Sara, Zené, Marlene, Nora y
Kiarita, al Hugo, Agucho, Àlvaro y Julio, para entronizar en nuestra propia
casa al Pisadiablo Arcángel San
Miguel, patrono de esta tierra sagrada donde hemos nacido, bendecirla por
Hermana Danis con lluvia de flor blanca de geranio y su dulce corazón;
extrañando solamente la alegría de nuestro hermano shulca el Mario Pashón
que guitarra al hombro, unos días fue a cantarle a los bosques, a la Selva.
“Mes de Mayo, ruiseñor”. Ya que están aquí, lo
llevaras Hugo a este flaco Tillo que anda por esas alturas, por esas minas dizque,
a escoger su poncho en doña Martina Hernández –indica Elina- allarribita está su casa - taller donde
el letrero dice ‘Artesanía Arcángel San Miguel’ del Jirón Miguel Grau 165, allí
les aguarda; ella además preside la Asociación de artesanas del mismo nombre. “Mes
de Mayo, ruiseñor”, destacada y experta dama con tan singular arte heredado de
su madre y tías Susana, Julia y Olinda. Allí están en diaria tarea con Carmen Camucha urdiendo la vida y esperanza con
destreza y maestría, hilos de algodón mercerizados que mañana serán verdaderas
obras de arte listas a exponerse en cualquier mercado y mejor postor nacional o
internacional; alegres, acompañadas de Benjamín Malca Hernández –no con su
canto y guitarra- sino con anécdotas y chistes para alegrar la mañana, anotando
biografía de nuestra artista quien también merece proponerla al Premio
Nacional, Doña Martina ssuelta su siquicha
levantándose, reúne sus obras y orgullosa nos muestra, entre ellas el poncho
confeccionado a medida y mucho cariño pal
Ashuquito de Jangalá –paque el amito
no tenga frío-, hermoso trabajo que ya quisiera uno para mí, del mismo color y
modelo, vistas anchas y ribete. El que
tengo -le cuento- lo tejió mi mamita pero ya está muy viejo y no sirve pa enamorar- sonríe. Hay ponchos al
escoger y saca de varios colores y modelos bellísimos para usarlos con orgullo
porque provienen de finas manos y arte de nuestras emprendedoras mujeres de la
tierra que nos vio nacer: mi hermano se chanta
uno de modelo, entonces expongo que el poncho tiene que ser prenda de distinción
de los Pisadiablos de forma obligatoria
junto al sombrero de Sayamud, debiendo dar el ejemplo luciendo nuestras autoridades y el día de su
juramentación no deben faltar bandas bordadas escudos a mano como aquella que
doña Rosita Barrantes de Bravo obsequió al presidente Belaúnde Terry, y fajas
confeccionadas a callua en vez de telas satinadas baratas; hechas con
incomparable amor, delicadas manos, afecto sincero y palpitante corazón.
Nuevamente emocionada doña Martina se levanta, sirve una copita suave de licor
adornada de rodaja de limón:¡Salud por su visita!, ¡Salud señora Martina, por
su amistad y laboriosidad! Me enseña y
obsequia el último programa de Rondas Campesinas ’20 de Mayo’ de Uchuquinua
(Llapa – San Miguel) por 29 años de creación, donde ella fue Jurado de IV Feria
Artesanal, representando a su institución en hermosura de: tejidos a callua con
lana de oveja, tejidos a callua en madeja, tejidos a crochet y tejidos a
palillo; entre otras actividades propias. Mes de Mayo, ruiseñor.
“Mes de Mayo, ruiseñor”. Díganle a la viejita
Adelaida, antes que retorne a Jangalá, mate los cuycitos y gallinas pal almuerzo de mañana 1 de junio,
cumpleaños de mi Flaco Julio –acacau- flaquito él a pesar de haberlo
limpliado, ordenó mi madre: vayan Sara y Antonia ayudar a pelar los animalitos
en la casa nueva de abajo hay bastante agua del caño. Cuando la experta había
levantado su sombrero, arremangando mangas de su blusa turquesa de cuello
amplio redondeado y blondas de encaje blancas; disponía afilar cuchillos en
chungo del batán, se inició un ruido estremecedor y atronador sin saber de qué
se trataba ni qué sería; al frente, el mercado era un alboroto, la gente
gritaba y corría desesperada:¡temblor!, ¡temblor!, ¡temblor!, alertando a toda
la población buscando resguardo de lluvia de tejas desplomadas de techos por
fuerte movimiento y plegarias: ¡Arcángel San Miguel!, ¡Virgencita del Arco!,
¡Ashuquito! tengan piedad de nosotros. fluyendo cada vez contagiantes en labios
de madres y abuelas. ¡Dónde están nuestros hijos!, clamaban padres por doquier.
En plaza de armas la gente se había llenado pensando ingresar a iglesia a
elevar plegarias pero la furia de la naturaleza no paraba; doña Aurora Malca
con su Lucho Bedoya, de rodillas avanzan
al templo implorando al Hacedor ‘calme su ira’. La alta torre blanca se movía
como péndulo suspendido, nosotros lo vimos con el Pichuta estando trepados en una planta de cinrres que había tras el Teatro ‘Fénix’ cuando recién abrieron la
calle nueva: ¡Oy, parece que viene la
caterpila!, -me dijo, no ¡es un avión a chorro!, respondí, entre asustados,
cuando doña Guillermina Sánchez desde lo alto del balcón posterior del teatro
donde tenía su restaurante, clamaba desesperada: ¡Dios mío!, ¡temblor!;
entonces comprendimos, nos aventamos del árbol y tratamos de correr a nuestras
casas pero las tejas seguían cayendo de un lado y otro quedándonos estáticos,
esperando pase el fuerte temblor de aquel aciago 31 de mayo de 1 970 que desde
nuestra niñez guardamos claramente. Ahí estaba mi padre, pálido, asustado,
esperando encontrar a los otros cholitos –mis hermanos menores- que mamá Gloria
había mandado buscar desesperada, felizmente fuimos apareciendo unos tras otros
sanos y salvos, para tranquilidad familiar; los menores estaban jugando pelota
tras la plaza de toros; allí los hemos hallado espantados, sin habla, sin
comprender lo que sucedía. Dizque a don Pedro Pericles una teja le ha rajao
la nariz, ensangrentao lo han llevao a posta médica. Luego escuchamos
en radio desalentadoras y tristes noticias, el terremoto había asolado el
departamento de Áncash, derrumbando parte del Huascarán, sepultando Yungay
causando miles de muertes en toda la región. Desconsolada noticia que siempre
recordamos y quedamos grabada en la memoria. Este año hemos allí juntado, hemos
vuelto a celebrar el cumpleaños del Flaco Tillo
con el recuerdo y nostalgia de aquella mesa repleta y familiares que ya no
están con nosotros, después de muchísimos
años milagroso Ashuquito.
“Mes de mayo, ruiseñor”. ¡Dios solo pague,
María!, ¡Dios solo pague, Pisadiablo!,
¡Dios solo pague, Crucecitas de Mayo!, ¡Dios solo pague, Ashuquito!, tantos favores concedidos. ¡Dios solo pague! Mes de
Mayo, ruiseñor, al coronar con éxito la carrera de Derecho nuestra querida ‘Liz’ o Gloria Elizabeth –vida encarnada
de tu devota- incorporándose al Colegio de Abogados del Santa, el último 31.
Mes de Mayo, ruiseñor.
Chimbote, 31 de mayo del 2 012.
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